domingo, 21 de abril de 2013

De apoyos, intrigas y tapados


·    Un duelo entre vascos abriría en canal al PSE, pero decantaría a las federaciones andaluza y catalana en favor de Madina
·    Mientras Emiliano García-Page se autodescarta pero recorre territorios, Carme Chacón pierde fuelle

E. L. Palomera.  Madrid.
No es el momento, no toca, no conviene ahora... A Alfredo Pérez Rubalcaba le gustaría que todo el PSOE se implicara de lleno en el debate de las ideas, en la renovación del debate político, y remara en la misma dirección para conectar con las bases, pero sobre todo con una sociedad que no perdona errores del pasado y sigue dando la espalda al socialismo de forma clamorosa. La semana pasada confesó en una reunión con militantes en Extremadura que él «nunca será un problema para el PSOE» y hace unos días afirmó en una televisión que si tiene que irse, se irá «con alegría». Quienes lo conocen bien aseguran que está hastiado, cansado y repleto de motivos para dar la estampida. ¿Por qué no lo hace? Por responsabilidad, dicen unos. Por su connatural instinto de supervivencia, apuntan otros. Los primeros son los que apuestan a que se marchará cuando haya enderezado el rumbo del socialismo, hecho la transición para la que fue elegido y puesto a punto el partido para favorecer el relevo. Y que si no lo anuncia aún es porque hacerlo sería suicida para el PSOE, letal para una España imbuida en una profunda crisis institucional y, además, daría una enorme satisfacción a la derecha. Los segundos arriesgan que seguirá, que su obsesión por controlar el calendario sucesorio no es por proteger al que venga de la exposición pública, sino porque es un corredor de fondo que nunca renuncia a la meta. Sea como fuere, lo que todo el mundo da por hecho es que no se someterá jamás a unas primarias abiertas, donde las posibilidades de salir elegido frente a cualquier rival serían remotas.
Y aquí es donde empieza el baile de aspirantes, los posibles apoyos y las intrigas:
López, el protegido de Chaves
Juega en su favor que es un gran conocedor del partido, domina como pocos la dialéctica de lo orgánico. De todos los que aspiran es el que más se ha trabajado la organización por toda España, donde su figura creció hasta el infinito cuando, un acuerdo político con el PP le llevó a la Lendakaritza en el País Vasco. Despojado del poder, ha perdido enteros, pero aun así, cuenta con el respaldo de un importante sector de la vieja guardia, encabezado por Manuel Chaves, lo que le enfrenta, dicho sea de paso, con quien hoy más poder tiene en el PSOE, que es el también andaluz José Antonio Griñán. Siempre se dijo de él que era el «tapado» de Rubalcaba, un cartel que tampoco le beneficia en este momento demasiado.
Madina y el despertar de las bases
Ha sido aparecer su nombre y despertar de la atonía la militancia. Este joven de 37 años al que ETA adosó una bomba y le dejó sin una pierna y sin madre –los asesinos quebraron su corazón y no con la dinamita, sino con el dolor de ver sufrir al hijo–, despierta furor en la militancia. Encarna la renovación que el partido pide a gritos, tiene adeptos en la «vieja guardia» y en la «savia nueva». No hay federación por la que haya pasado en la que no haya encontrado empatía, pero él no es hombre de dialécticas orgánicas ni procesos controlados. Todo el mundo le apunta como favorito siempre que la partida se juegue a campo abierto. Es más, si juega, alguno de los hoy dispuestos, se arredra. De lo que él decida dependerá el dorsal que luzca el resto. ¿En contra? No tiene experiencia de gestión.
Chacón y el precio de la ambigüedad calculada
Pudo ser y no fue por dos veces. La primera, cuando José Luis Rodríguez Zapatero se batió en retirada en 2011. Sus partidarios dicen que por culpa de una «conspiración» de Rubalcaba y por lealtad al ex presidente del Gobierno. Sus detractores, porque sabía que no sumaba. La segunda en el Congreso de Sevilla. Allí, midió, sumó, pero perdió por 22 votos.
Desde entonces, hace más de un año, ha estado en guardia, nunca en retirada. Y aunque anunció en su día que en febrero despejaría la incógnita de su futuro en el PSOE, no lo ha hecho. No por falta de ganas, sino porque ha pagado el precio de su ambigüedad ante el derecho a decidir de Cataluña, y hoy no sumaría el voto unánime de la federación catalana menos de la andaluza, las dos que le apoyaron masivamente en su contienda frente a Rubalcaba. Consciente de su merma orgánica, unos dicen que pretende adosarse ahora a Madina; otros, que lo que busca es «quemarlo» antes de tiempo y que por eso ha corrido esta semana a enviarle el abrazo del oso.
Page y cómo deshacerse de la imagen de Bono
Su opinión es muy tenida en cuenta en el PSOE de Rubalcaba. Es de los barones que ejercen. Dice lo que piensa dentro y fuera. Es un valor en alza, cuya opinión se respeta. Él se autodescarta, pero siempre suena en las quinielas. A su favor juega que no profesa radicalismo ni sectarismo alguno. En contra, que echó los dientes en política con José Bono, y eso en las bases del PSOE no despierta demasiado entusiasmo.


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