jueves, 27 de junio de 2013

Los agujeros negros del cortijo socialista

PEDRO DE TENA


Dependiendo de la importancia política de los imputados por los ERE puede producirse una crisis de Gobierno en Andalucía.

Andalucía, junto con Extremadura, Castilla la Mancha y Murcia, son el pelotón de cola del progreso español, según muestran los estudios de desarrollo humano desde 1930. El caso andaluz añade la peculiaridad de haber sido la gran esperanza liberal del siglo XIX. En la primera mitad de ese siglo, un impulso liberal y emprendedor condujo a que Andalucía fuese la cuna del primer alto horno e incluso de las primeras fábricas textiles sin olvidarnos de su próspera banca en las provincias de Málaga, Sevilla y Cádiz.

Posteriormente, el proteccionismo hacia Cataluña y el País Vasco, la desidia de sus clases poseedoras y una voluntad política nacional incapaz de equilibrar las injusticias presupuestarias lastraron la historia de una región que debería haber sido una de las más importantes de España por extensión, por identidad propia –la más intensa de España para Ortega–, por recursos, por geoestrategia e incluso por capacidad de trabajo e iniciativa.

Monarquía, repúblicas y franquismo no fueron solución alguna para Andalucía. La gran esperanza andaluza se depositó en la democracia. La gran manifestación del 4 de septiembre de 1977 por la libertad, la amnistía y el Estatuto de Autonomía dio forma a un afán decidido de convergencia en derechos, deberes, libertades y oportunidades con las regiones más desarrolladas de España y Europa. Era la respuesta ciudadana a una situación inmerecida.
La aprobación de la Constitución democrática de 1978 y el primer Estatuto de Autonomía de 1981 permitían aspirar a un horizonte cualitativamente diferente. 

Le correspondió a dos gobiernos socialistas, el andaluz y el español, ambos democráticamente elegidos en 1982, hacer realidad la aspiración andaluza de equipararse con las demás regiones de España, contando para ello con presupuestos propios, con la solidaridad derivada de los españoles vía presupuestos generales y desde 1986, con las subvenciones aportadas por la Europa común que han representado más del 10 por ciento anual de los presupuestos andaluces.

Dicho de un modo numérico, a lo largo de treinta años Andalucía ha dispuesto de más de 600.000 millones de euros, 100 billones de pesetas, en presupuestos ordinarios, más otros 80.000 millones de euros, otros 13 billones más, en solidaridad europea.

Ocupación del cortijo

Sin embargo, el PSOE andaluz, dominado por los triunfadores de Suresnes, decidió que todo lo que no fuera afianzar su poder político era secundario. Heredero de una tradición que ha despreciado la democracia liberal por formal, decidió aprovechar su mayoría absoluta para consolidar un régimen de poder mediante la ocupación inmisericorde de la nueva administración andaluza, de los presupuestos públicos, sus subvenciones y adjudicaciones, de las Cajas de ahorro, de la sociedad civil, incluyendo sindicatos y organizaciones empresariales, de los medios de comunicación y, por resumir, de los servicios públicos básicos, educación y salud, sobre todo.

Políticamente, succionaron el andalucismo de Blas Infante de las arterias de los sucesivos partidos de Alejandro Rojas Marcos, condenaron a los comunistas, sus socios originales y –¡lo que son las cosas!–, también actuales al infierno del descrédito ideológico y calumniaron hasta la extenuación al centro derecha andaluz, restos de AP y UCD, fraguistas, liberales y democristianos, tildándolos de herederos del franquismo e identificándolos con el mal absoluto, logrando así impedir una alternancia política periódica, regla de oro de toda democracia sana. El PSOE funcionó como un nacionalismo encubierto que, envuelto en la bandera andaluza, identificó su partido con Andalucía excluyendo a todos lo demás hasta que las circunstancias le obligaron a pactar con el PA y, ahora, con IU.”

El resultado práctico de su régimen ha sido el fracaso histórico. Andalucía sigue en el pelotón de cola del bienestar en la España democrática y el deterioro de sus instituciones a causa de la extensión e intensidad de la corrupción política, muy sobre todo de la izquierda y de los sindicatos de su órbita, UGT y CC.OO, está alcanzando niveles críticos.

¿Qué va a pasar en Andalucía? Tras el fracaso del PP en conseguir la victoria electoral en marzo de 2012 vivimos la descomposición de un régimen al que los comunistas camuflados en Izquierda Unida auxilian porque pretenden sacar tajada electoral dejando al PSOE en los huesos políticos en una operación de calado que puede serles fatal. Dado que el andalucismo político se ha hundido y que nuevas fuerzas políticas no terminan de cuajar ni de nacer, el futuro inmediato sigue siendo o victoria del PP o más régimen y más descomposición. 

El horizonte judicial trazado por casos como el de los ERE, entre otros muchos puede tener gravísimas consecuencias políticas, incluso nacionales, de producirse la imputación de reconocidas personalidades del PSOE andaluz y de sus apéndices sindicales, que ya está a la vuelta de la esquina.
Dependiendo de cual sea la estatura política de los imputados podría producirse una crisis de gobierno si IU certificara que seguir apoyando al régimen social-sindicalista sería fatal para sus intereses de crecimiento. En tal caso, podrían anticiparse las elecciones andaluzas.

Sin Arenas

Incluso los más sesudos y críticos socialistas reconocen que es preciso que en Andalucía se produzca la alternancia política. ¿Cuál es el problema? El gobierno del PP que representa Mariano Rajoy ha sufrido un serio desgaste de imagen y credibilidad que se une al desconcierto y falta de liderazgo producido por el destierro inexplicado de quien fue el líder natural del centro derecha andaluz en los últimos 16 años, Javier Arenas. Las encuestas más serias no sólo no le auguran una victoria, sino que le pronostican otra derrota. 

En Andalucía, la esperanza de transformar el régimen heredado del socialismo, caricaturizable en Paro + ERE, en una sociedad democrática, más liberal y abierta, dotada de una sociedad civil fuerte y autónoma del poder político y capaz de converger con los índices de bienestar de las mejores regiones españolas y europeas, tendrá que esperar. Y créanme, nada me gustaría más que equivocarme.
Pedro de Tena es periodista, colaborador de Libertad

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