domingo, 14 de diciembre de 2014

COSAS Y COSTUMBRES DE NUESTRO BADAJOZ

En otros artículos he ido recordando algunos personajes típicos de los años cincuenta en Badajoz tales como El Hojalatero, El Aguador, El Mielero, algunos vendedores ambulantes, e incluso recordaba la figura del Pobre de los domingos o tal vez de jueves, según la zona.

Hoy voy a tratar de recordarles algunos más y algunas costumbres de aquella época, tal vez estos tipos de personajes, se daban más en los barrios, que en el centro de la ciudad, yo desde luego los recuerdo, como si los estuviera viendo ahora mismo.

El Cambiador de Garbanzos


Comienzo con una figura muy original, era un Sr. Que portaba una cesta con dos compartimentos y a la voz de “Garbanzos tostados, cambio por crudos, aos” ( si no me he comido ninguna letra, era lo que el pregonaba, con una voz algo aguardentosa) pues ahí salíamos, con una vasija llena de garbanzos crudos, que él te cambiaba por garbanzos tostados, lógicamente, te reducía a la mitad del contenido, que tu habías dado, aun cuando estaba permitido el regatear, pero como, la ganancia, la llevaba en la diferencia de peso, o capacidad entre lo que entregabas y recibía, al final te ibas con la mitad de los que entregaste.



El sillero.


Otro personaje famoso de aquella época, era el sillero, este reparaba en la propia casa las antiguas sillas de nea, a las que le ponía el asiento totalmente nuevo y la verdad no dejaba de ser una obra de arte, ya que trenzaban el junco de nea y era digno de ver, con la destreza que lo realizaban.



El Trapero


Otro célebre personaje, este,  recogía trapos viejos ropa viejas, pequeñas chatarra, te, las compraba, lógicamente a un precio muy bajo, o te las cambiaba por globos, bolis(canicas) o algunas chucherías, preferentemente breas.



El vendedor de Barquillos

Era curioso ver a este hombre cargado con una cesta en la que portaba los barquillos y una especie de pequeño bidón, normalmente pintado de rojo, y en su parte superior tenía como una ruleta giratoria con una tira de cuero, que iba señalando los números que la citada ruleta contenía, a lo largo de toda la circunferencia existían números sin guardar orden alguno pero si existían entre ellos varios ceros.


La operatoria era la siguiente, tu podías comprar directamente el, o los  barquillo al precio del mercado, o dar el dinero y apostar tirando a esa ruleta y te darían el numero resultante en la jugada, lógicamente si salía cero, perdías el dinero jugado.



Los borregos de la aleluya

Existía en aquella época una costumbre en Badajoz de la que yo he disfrutado en mi niñez.

Consistía en poner todos los años el domingo de Resurrección  y en Badajoz, se hacía, en el trozo de muralla que iba desde Puerta Pilar a la plaza de toros vieja, allí se ponía la llamada Aleluya, que era un redil, lleno de pequeños borreguitos, cada uno con un lacito rojo en la cabeza, que hacían las delicias de los niños, podían hasta comprase, yo tuve la gran suerte que me comprarán uno, varios años. Cuando el borrego se hacía mayor, al menos en mi caso, se lo entregábamos a las Hermanitas de los Pobres, que eran las que llevaban el Asilo de Ancianos y que yo las tenía cerca de casa.


A raíz de este día, comienza un nuevo personaje y era el vendedor de alfalfa, que iba por las calles vendiendo manojos de alfalfa, precisamente para alimentar a esto pequeños borregos.



El aguinaldo

Aquí ya no éramos tan niños, salíamos el día de Nochebuena con guitaras zambombas panderetas y otros instrumentos o utensilios.

Recorríamos todas y cada una de las viviendas de la colonia, cantando en la puerta de las mismas villancicos, hasta que yo creo, que por no oírnos, en la mayoría de las veces, nos echaban dinero en una pequeña cestilla, que uno de los amigos portaba. Como anécdota recuerdo que todos los años nos pasaba igual, nosotros íbamos recorriendo Chalet por Chalet, de la colonia en que vivíamos y en todas nos daban algo de dinero, salvo en el chalet de un Sacerdote, ese no nos daba dinero, nos hacía pasar dentro de su casa y nos daba un par de higos a cada uno.

Al final sacábamos un buen dinerillo, que luego tras la cena Navideña, cada uno en su casa lógicamente, a las doce,  íbamos a la Misa del Gallo, casi todas las familias de la colonia, como aún existía la Parroquia, la Misa se celebraba en  la capilla del Asilo de Ancianos y en esa Misa, depositábamos todo lo que habíamos recolectado como aguinaldo, las monjitas se ponían la mar de contentas y nosotros más.

Desde luego tengo unos recuerdos tan bonitos y tan arraigados de la Navidad, desde la preparación de los Belenes, en mi casa se montaban cogiendo una habitación entera, y ahí estábamos los siete hermanos y mis padres trabajando al máximo. Lo presentábamos a un Concurso de Belenes, que en aquella época lo organizaba el Frente de Juventudes, viniendo un jurado a visitarlo, para calificarlo y luego el día de reyes, en el Teatro López de Ayala, era la entrega de premio, más de un año quedamos en segundo lugar y solo uno, conseguimos el primer premio.



Costumbres que hoy se van perdiendo y la Navidad, al menos yo la veo distinta.



Otro día seguiré con más costumbre de este bonito Badajoz.

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