viernes, 31 de enero de 2020

UN DIA INOLVIDABLE


Comida con la Asociación de Pensionistas “Gonzalo Murillo”  en Trujillanos.

El día 14 de diciembre de 2019 fui invitado por la Presidenta de la Asociación de pensionistas que lleva el nombre de mi Padre, Gonzalo Murillo Garcia, a la comida que este dia celebraba la citada asociacion, comida a la que asistimos mi mujer y yo.

Titulo este articulo como “Un día inolvidable”, por la gran acogida que nos brindaron todos y cada uno de los asistentes, mostrándonos un inmenso cariño y algo que me llamo mucho la atención, todos recordaban a mi Padre como si fuera ayer, cuando han pasado más de setenta y cinco años, que anduvo en ese maravilloso pueblo, ejerciendo la profesión de Maestro Nacional, como a el le gustaba que le llamaran.

Cada uno me contaba una anécdota, de mi Padre y todos me resaltaban una, sobre el incendio de un autobús de línea que el presencio, estando con sus alumnos en el campo y que gracias a el se salvo una niña de morir abrasada entre las llamas.

Otros me contaban cuando mi padre y mi madre, también maestra, de ese pueblo, se hicieron novios, el iba a verla y a hablar por la reja de una ventana y así seguiría con tantas cosas que me contaron y que lo hicieron con gran sentimiento y cariño hacia la persona de mi Padre y eso que ellos no fueron alumnos si no sus padres, algo precioso y emotivo que jamás olvidare.
Al final de la comida me hicieron un homenaje:

Se leyeron sendas cartas a cual más bonita, que por mucho que lo intente, no pude evitar el derramar alguna lagrima.

Tras las lectura se me nombro Socio de Honor de la Asociación, entregándome, tanto placa conmemorativa y el carnet acreditativo como tal socio, creo que ha sido de los momentos más emocionantes de mi vida, por todo cuanto significaba para mí el recibir tan distinguido nombramiento, que espero no defraudar jamás y seguir compartiendo algunas veladas con la Asociación y estando siempre a disposición de la misma.
Lógicamente tuve que dirigir unas palabras de agradecimiento, que sin llevar nada preparado, pues no sabia que se me haria tal homenaje y con la emoción de todo lo ocurrido, espero haber sabido transmitir, al menos parte del gran agradecimiento y cariño a todos y cada uno de los allí presentes.

Quiero agradecer a la Presidenta de la Asociacion, Doña Atanasia Lopez Zambrano, a toda la junta directiva y a todos los asistentes por hacer para mí un día inolvidable, por las muestras de cariño percibidas hacia mi persona y hacia mi mujer y sobre todo, por el cariño, respeto y admiración que me hablaron de mi padre.

Con nada podre pagar lo feliz que me hicisteis ese día, una  vez más gracias a todos, recibir un gran abrazo y siempre estaré junto a vosotros.
Manuel Murillo.


Placa que me fue entregada:

 

Estas son las lecturas que se hicieron tras la comida.
PRIMERA LECTURA:

Buenas tardes
Me han indicado que debo pronunciar en este acto unas palabras, a ser posible, breves y directas.  

Por ello me limitare a decir, que hoy es un dia importante para muchos de los habitantes de Trujillanos. 

Es el memento de agradecer el excelente trabajo de un hombre que se dedico a enseñar a nuestros padres. 

Dicen que todo el que recuerda su propia educación recuerda a un maestro. El maestro es el autentico corazón de un pueblo.  

Don Gonzalo Murillo fue durante bastantes, bastantes años nuestro corazón. 
Trujillanos quiere recordarlo con aprecio pero sobre todo con gratitud porque supero adversidades, aconsejo y enseño lo que realmente era importante para las anteriores generaciones. 
 
Que vital era en aquel memento poder defenderse con la escritura, aprender a sumar o multiplicar (las famosas cuatro reglas) que daban a nuestros padres una independencia o como se decía en aquel memento, poder defenderse en la vida. 
 
Hoy podemos decírselo a su hijo.

Hoy, si la propia Asociación de Pensionistas, realiza concursos de pintura o múltiples actividades culturales, no podemos olvidar que la simiente la puso tu padre Don Gonzalo Murillo, con su vocación de autentico maestro, de un excelente enseñante y de una gran persona.
Gracias a tu padre pudimos avanzar, pudimos ser útiles a nuestras familias y un nuestro querido pueblo. Pudimos, en definitiva, soñar.
Muchísimas gracias



SEGUNDA LECTURA:

DON GONZALO MURILLO GARCÍA. 
Estimados socios, directiva de la Asociación, Sr alcalde, autoridades. Es para mí un honor que me conceda la oportunidad de hablar de mi pueblo y de sus gentes.

         Maestros hemos tenidos muchos y muy buenos. En la memoria de todos queda el buen hacer de Don. Felipe, Doña Gero, D. Guillermo, Doña Dolores, pero hoy nos toca hablar de un maestro excepcional, de Don Gonzalo Murillo García. 

La mayoría de sus alburnos ya no viven. Decir que lo recordaban con cariño, cuando vivían, seria inexacto, teniendo en cuenta que todos ellos hablaban con veneración de aquel fuentecanteño al que los avatares del destino dejo caer en Trujillanos. Llego joven, y dicen que fue aquí donde encontró el amor, en los brazos de una maestra de niñas, llamada Elisenda. Todos los atardeceres, los lugareños veían acudir al enamorado a la ventana de su amada, donde se tejían sus planes de futuro; eso sí, separados por la férrea reja, dispuesta para limitar las caricias de las enamorados.

Suponemos que aquellos niños de Trujillanos serian como todos los alburnos del mundo: "unos potrillos, como decía el hispano universal, Seneca a los que no había que tratar con dureza, lo mismo que no se debe tratar con mano dura a los caballos que se doman". Séneca, en fin, recomendaba a los educadores que actuaran con mano firme pero suave, justo como debía hacerlo  un domador de caballos.

Parece que Don Gonzalo fue un excelente educador de niños. Si en la conformación de la personalidad de los hombres, el padre representa la honradez, el esfuerzo, la templanza, la virtud... y la madre, la dulzura, el amor, el regazo siempre dispuesto a acogernos, el maestro es el tercer elemento que, junto a los padres, modela la personalidad del futuro ciudadano.

Dicho lo cual, parece obvio que, también a los maestros que nos educaron, les debemos los bachilleros buena parte de los valores que nos distinguen, de esa esencia bachillera que destila cada uno de nosotros. Don Gonzalo se desvelaba por conducir por el buen camino a aquellos niños entregados por sus padres para su educación. Los introdujo en los entresijos de la literatura de las matemáticas, de los dictados y de aquella naturaleza exuberante del Trujillanos de antaño.

Con ellos, los jueves por la tarde, recorría los caminos bordeados de rojas amapolas, las dehesas cuajadas de cantuesos, las charcas tapizadas de inmaculados ranúnculos, las siembras mecidas por el viento. . . . Paisajes descritos magistralmente por Don Felipe Trigo, un medico metido a literato que, gracias a su afición a las letras, nos regalo a las generaciones futuras una vivida descripcion de la sociedad de hace décadas, de los paisajes de nuestro entono, de sus aguerridos mozos, de su bellas mujeres con sus cabelleras adonadas con la verde albahaca, de sus zaguanes inmaculados, atiborrados con los rojizos productos de la matanza. Y es que Trujillanos ha sido siempre un pueblo acogedor; tan acogedor como para el propio D. Gonzalo renunciara a la plaza que le habian concedido para trasladarse a su pueblo,  Fuente de Cantos, para seguir entre nosotros.

Gran amante de la virtud, no olvidaba leerles a sus alumnos las fabulas que acababan siempre con una sabia moraleja. Fabulas de maestros tan excelentes como  Samaniego o como aquella de Esopo, sobre la encina y el junco, que terminaba con una lacónica moraleja: "Todos tenemos cualidades que nos distinguen y nos hacen especiales. Siéntete a gusto con ellas y saca partido de tus talentos, pero nunca menosprecies a los demás por no ser como tu".

Cuentan uno de los alumnos, que todavía lo recuerda, que Don Gonzalo era un hombre sencillo. Trasladada doña Elisenda a Badajoz, le pedía a uno de sus alburnos, Manuel García Benito que lo acercara con su burra a la estación de Mérida, done cogia el tren que le llevaba al lado de su esposa y de sus amadísimos hijos. Pasado el tiempo, el buen maestro pidió traslado a Badajos, pero nunca se olvido ni de! pueblo donde había enseñado ni de sus alumnos.

Por circunstancias de la vida aquel niño taxista se convirtió en Guardia civil. Prestaba sus servicios en Sevilla, donde casualmente conocio a una de las hijas de su venerado maestro. Como se dieran las direcciones, una de las veces que don Gonzalo y doña Elisenda visitaron a su hija y a su yermo, que trabajaba en los ministerios de la Plaza de España sevillana, aprovecharon para presentarse en casa de su alumno, con el exclusivo deseo de saludarlo. Hablaron largo y tendido y al despedirse, don Gonzalo, tuvo la gentileza de felicitar a su alumno por haberse casado con una mujer tan guapa.

Señor, debe usted sentirse orgulloso de su padre; tan orgullosos como nos sentimos nosotros  de que nuestra asociaci6n de mayores lleve el nombre de don Gonzalo Murillo García.
Muchas gracias.



Como pueden todos imaginar, para mí un día imborrable en mi corazón, el que en su dia pusieran a la Asociación el nombre de mi Padre, ya es un gran honor, para sus hijos y para mí, el ser nombrado Socio de Honor, me inunda de felicidad, agradecimiento y cariño hacia todas las personas de este Pueblo al que mi Padre tanto y tanto quiso. 


Recuerdos de una epóca: