sábado, 20 de febrero de 2021

DEL EVANGELIO. -

Autor: José María Murillo Garcia 


Jesús curó al leproso, así, en un abrir y cerrar de ojos, lo curó, le dio la mano y lo dejo feliz y contento y dando gracias por su sanación.

Jesús, era Dios, y podía hacerlo, nosotros también podemos y debemos, tender la mano, aunque con guantes y mascarilla, pero con la mano tendida no sólo a los necesitados, la mano tendida a todos, son nuestros hermanos, los más desfavorecidos en su mayoría, para ellos la solución es económica, falta de trabajo, falta de vivienda, y los problemas derivados de esta situaciones, es triste que esto suceda, pero con una aportación de capital no muy desorbitado se soluciona, pero también hay otros hermanos, que con trabajo y vivienda, se encuentran mal, y más en estos momentos de pandemia que forzosamente nos obliga a estar aislados.

La situación de los aislados es verdaderamente difícil, en los momentos que el hombre se aísla y pierde el contacto con amigos y familiares, se individualiza, cuando falta cercanía, nos atrofiamos, creamos nuestra pequeña parcela y por miedo a perder lo que aún nos queda, llegamos a ser agresivos con los que no se relaciona con nosotros, o piensan de distinta manera.

La gran ayuda hoy, creo que sería el acercamiento, el que todos sientan que la sociedad está con ellos, que la sociedad no solo los quiere, sino que los quiere ver disfrutar, estar contentos. En una palabra ayudarle a pasar estos malos ratos, que hoy por la pandemia y ayer por el tipo de sociedad, están haciendo vulnerables a cientos de personas.

Todos podemos y debemos, aportar algo que de alegría y ganas de vivir con esperanzas a tantas personas que lucharon y trabajaron para dejar una comunidad más prospera, más unida, más real, en una palabra, más feliz.


lunes, 15 de febrero de 2021

TRANQUILO, LLEGARÁ A TODOS, más tarde o más temprano.

Quizás sea que el tiempo de reclusión (es como se debía llamar, aunque en ese caso seriamos reclusos, que parece que se quiere evitar) lo que nos tiene, o al menos a la mayoría, con los nervios alterados y máxime, si hablamos de vacunas contra el dichoso virus con el que nos ha tocado luchar, además de vivir con el.

Contentos y alegres debíamos estar, por lo que se ha conseguido en más de un laboratorio, y sobre todo en qué tiempo, hace un año era difícil apostar que en este tiempo íbamos a tener, no una, sino varias vacunas, aunque su fabricación y distribución no sea todo lo rápida que nos gustaría. De todas formas están descubiertas y poco tendremos que objetar de que pasen algunos meses más de lo establecido.

Me produce una rara, yo diría extrañeza, que los españolitos de a pie, que llevamos aguantando un año casi, ahora sales, ahora ya no puedes salir, puedes ir a comprar, ya no puedes, la hora de salir es tal, si tu edad es mayor de, haz tal cosa, yo que sé, una autentica tabarra, y por si fuera poco, el final es la lista de fallecidos. 

Pues bien después de todo esto, habiéndolo aguantado de la mejor manera posible, hoy se forma la gresca, y todos los periódicos insertan artículos contra los llamados “vacunajetas” porque la vacuna se la han puesto los mandos del Ejército, o los Obispos, o los Alcaldes.

¿Cuál es el delito? Francamente, no lo veo. Si lo que interesa, es vacunar a aquellas personas con mayor riesgo de contagio, y además con mayor riesgo de poderlo propagar, yo diría, que precisamente esas personas a las que se les califica de “vacunajetas”, efectivamente debían de vacunarse inmediatamente tras los mayores en residencias y los Sanitarios.

Empezando por los miembros del Gobierno. Estos señores, tienen que reunirse con colectivos diferentes, incluso de otros países, con todas las garantías posibles, si, pero hay que viajar y estar horas frente a una serie de personas, de las cuales quizás no se pueden tener todas las referencias, por lo tanto, creo debía ser obligatorio desde el Presidente a Directores Generales, e igualmente a nivel autonómico, el Presidente de las Autonomías y los Consejeros, por las mismas razones.

Este alegato, debe ser el mismo a los altos mandos del Ejército, es más, ellos incluso visitan países con deficiencias en los tratamientos sanitarios y en condiciones nada comunes a lo que hoy llamamos normales.

El otro grupo que se incluye en los “vacunajetas” son los Obispos. Vamos a ser consecuentes, un Obispo, es normalmente una persona de edad avanzada, pero además, su obligación es estar cercano a su Diocesis, y tratar de solucionar los problemas de las distintas Parroquias, para ello hay que contactar con unos y otros, viajar a las distintas poblaciones que deben atender.

Por lo tanto estos tres grupos, de los que tan malamente se habla por haberse vacunado, creo que debía ser obligatorio que lo hiciesen, primero por ellos y sus familias, (que también las tienen) y segundo porque en sus múltiples traslados pueden transmitir el virus con más facilidad.

Dejemos de politizar todo, estamos hablando de la forma de vivir o mejor dicho convivir con un virus, y para eso parece que lo más claro, según todos los especialistas, es evitar contagios, y  hace falta que aquellas personas con más movilidad, sean las que habrá que vacunar, inmediatamente después de los que están en residencias o los Sanitarios.