Badajoz, 22 de junio del 2020.
Autor: Jose Maria Murillo Garcia
Es totalmente cierto, la sociedad anterior a la pandemia, no nos
gustaba, la sentíamos fría, falta de sinceridad y hermandad, y en esas
condiciones se nos presenta el Cobid-19, que como una pandemia desconocida, nos
altera la política, la convivencia, y tras ella, tres enormes motivos de
consternación, el primero la pérdida de un enorme número de personas queridas,
como nunca habíamos conocido, unido a esto una reclusión que también era
desconocida, y si esto no era para desarbolar a cualquiera, quedan los que en
este tiempo, han perdido sus pequeños negocios o las empresas donde trabajaban,
hasta ahí, y sin ahondar mucho, hemos rebasado los días de reclusión, ¿Qué nos
queda ahora? Lo primero, será, hacernos lo fuertes, y si algo nos ha quedado
claro, es que para salir de esta lluvia de malas situaciones, no queda más que
unirse, lo hemos visto claro ¿Quién ha funcionado mejor? Principalmente dos
grandes y preparados equipos, los Sanitarios y las Fuerzas Armadas, tanto la
UME como las de seguridad, por lo tanto lo primero unión, con las ideas que
cada uno tenga, pero todos remando para llevar el barco al puesto acordado.
Nos puede ayudar lo vivido en la reclusión, que también ha dejado
algo bueno, algo que debemos cuidar y no dejar que en la reconstrucción de una
vida normal, perdamos, lo que en nuestra sociedad ha reflotado con rotunda
fuerza, la humanidad y colaboración.
Entre estas cosas, está el disfrutar de las cosas sencillas, no
son necesarias grandes proezas, para sentirse feliz y disfrutar de tu familia,
de tu casa, de lo que supone el día a día, juntos, aunque surjan contrariedades,
que las hay, pero que cuando uno se siente arropado, e interiormente tranquilo
y en comunión con los hermanos, todo se hace más llevadero.
Por esto, mi verdadero miedo es que, este sentimiento de
hermandad, de deseo de ayuda, de colaboración, que hemos visto a lo largo de
esta reclusión de casi un centenar de días, lo perdamos entre el calor del
verano y lo que se disfruta en la playa, o simplemente con el descanso, y en
este caso más que merecido.
Tendremos, no que gritarlo, pero si no callarlo, que no queremos
ver o escuchar, motivos de odio, ya sea entre políticos, o entre vecinos, me da
igual, de la misma forma, le pido a los que nos llamamos católicos, que
recuerden siempre que Jesús, vino a marcarnos el camino correcto, a acercarse a
todos, buenos y menos buenos, pobres y quizás no tanto. Para todos, la palabra
suya, fue amor sin reserva alguna.
Lo primero será, no arriesgar la salud innecesariamente, tratar
con los medios a nuestro alcance que el contagio sea casi imposible, y
partiendo de ahí, comportarnos con la mayor prudencia posible, lo que no quita,
arrimar el hombro y luchar por la comunidad.
Pero como siempre, tratando de unir, de mejor, con la mayor
alegría, de vernos todos en la lucha común, (como los que aplaudían desde los
balcones) que será mucha, pero que no por eso nos vamos a achicar, sino todo lo
contrario.
Por lo tanto, no queda más que estudio del problema, o los
problemas, con los mejores técnicos, con políticos preparados, y que piensen no
solo en su partido o situación, y con las soluciones en nuestra mano, y lo más
consensuadas posibles, trabajo, trabajo y trabajo.
Vallamos decididos a por ese nuevo tiempo, esta ocasión, no la
podemos dejar pasar, es el futuro, es quedarle a los hijos y nietos, un pueblo
donde se sientan orgullosos y contentos de pertenecer a el.