Con todo el respeto y amor que merecéis, me atrevo a dedicaros una
estas palabras, que bien deseo sean de consuelo y de paz en estos días de tanto
dolor y sufrimiento que todos estamos viviendo. Me presento, soy una Carmelita
Descalza de la ciudad de Úbeda, mi intención es haceros llegar a través de este
mensaje, que los muros que me apartan de todos vosotros no son un obstáculo
para sentirme ajena a vuestros sufrimientos. El espíritu no tiene barreras ni
fronteras que lo impidan, todo lo contrario, sirve de un total acercamiento.
Estáis en mi corazón y pensamiento todo el día, lo que intento hacerlo oración,
para vuestro consuelo y fortaleza, sin ignorar vuestro trabajo que merece toda
una vida para agradecerlo.
Queridos sanitarios: médicos, enfermeros, enfermeras, voluntarios,
policías, militares, limpiadores, etc. etc. No escatimáis sacrificios,
descanso, trabajos, aun arriesgando vuestras propias vidas, para atender
y cuidar con tantísimo cariño, solicitud generosa y desinteresada a tantas
personas (aun desconocidas para vosotros), sin tener en cuenta ideologías
del tipo que sean os entregáis de lleno y sin reservas, con el fin de aliviarlos
en todas sus necesidades y siempre; queridísimos sanitarios y a todos los
demás, un millón de gracias, es absolutamente NADA comparado con vuestra
entrega y disponibilidad. ¡Adelante!, con ánimo, valentía y fuerza, porque os
sale de un corazón grande y generoso, lo admiro, lo valoro y es de loar, algún
día, recibiréis la recompensa de tanta entrega, porque nada queda en el vacío,
yo solo puedo ofrecer por todos vosotros, mi gran interés, mi gratitud, mis
sacrificios y mis oraciones ante el Todopoderoso, el Único y buen pagador que
sabe devolver el ciento por uno. Deseo recibáis este pequeño apoyo de mi pobre
pero constante oración y de todas las hermanas que conviven
conmigo.
No puedo dejar sin nombrar a todos y cada uno de los enfermos
hospitalizados donde quiera que estéis, os visitamos desde el claustro con
nuestro pensamiento y oraciones, no estáis solos, os queremos, os recordamos y
nos unimos a vuestros sufrimiento, estamos con vosotros, con vuestras
familias, sufrientes, seáis o no del mismo ideal o credo, eso no cuenta, lo que
importa son las personas, porque son de nuestra misma frágil naturaleza, lo
demás no cabe ni entra en nuestro pensamiento.
A las familias de tantos fallecidos que lloran la separación de
sus seres queridos, todo lo que están pasando nos va a unir y nos va hacer caer
en la cuenta de que todo pasa, solo quedara el bien que hayamos hecho por todos
los demás, esta crisis nos hará mas humanos y comprensivos los unos con los
otros pero sobre todo con los más débiles, pobres y necesitados. Contad
siempre con nosotras porque os consideramos miembros de nuestra familia;
esperemos con paciencia, generosidad, fortaleza y mucha confianza; contad con
todas nosotras, somos vuestra retaguardia en estos momentos de angustia, dolor
y sufrimiento.
Avanzamos en la Cuaresma (nosotros los católicos) estando ya
muy cerquita de la Pascua; en estos días estamos viviendo en nuestra carne el
dolor de la Pasión de Nuestro Señor que conmemoramos en Semana Santa, años
atrás pasaba la imagen de Cristo representando su Pasión por nuestras calles y
lo venerábamos, actualmente está pasando en carne viva con el nombre de
coronavirus, otra “pasión” por nuestras casas, familias y pueblos, pero no
tardara en llegar la luz y la alegría de Cristo Resucitado.
¡Ánimo!, ya nos queda menos ¡ojala! así lo pedimos. Las Vírgenes de nuestras
Cofradías bajo diferentes advocaciones nos alientan y animan con su amor de
Madre, y el dolor de ver a su Hijo en la Cruz; pero, con la esperanza que
Resucitara Glorioso transformando nuestro dolor en el gozo y la alegría que nos
da nuestra fe.
Un fuerte abrazo, siempre con el recuerdo de nuestro cariño hacia
todos vosotros y el apoyo y aliento constante desde nuestra soledad y nuestro
silencio hecho oración, para vuestro consuelo y fortaleza. Nosotras nos
sentimos también pobres y necesitadas de vuestro apoyo y de vuestro sufrimiento
transformado en oración.
Para Dios nada hay imposible.
Una Carmelita Descalza de Úbeda, en nombre propio y de la
comunidad.
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