miércoles, 1 de abril de 2020

Unidos todos en la misma barca, venceremos al coronavirus


Con todo el respeto y amor que merecéis, me atrevo a dedicaros una estas palabras, que bien deseo sean de consuelo y de paz en estos días de tanto dolor y sufrimiento que todos estamos viviendo. Me presento, soy una Carmelita Descalza de la ciudad de Úbeda, mi intención es haceros llegar a través de este mensaje, que los muros que me apartan de todos vosotros no son un obstáculo para sentirme ajena a vuestros sufrimientos. El espíritu no tiene barreras ni fronteras que lo impidan, todo lo contrario, sirve de un total acercamiento. Estáis en mi corazón y pensamiento todo el día, lo que intento hacerlo oración, para vuestro consuelo y fortaleza, sin ignorar vuestro trabajo que merece toda una vida para agradecerlo.

Queridos sanitarios: médicos, enfermeros, enfermeras, voluntarios, policías, militares, limpiadores, etc. etc. No escatimáis sacrificios, descanso, trabajos, aun arriesgando vuestras propias vidas,  para atender y cuidar con tantísimo cariño, solicitud generosa y desinteresada a tantas personas (aun desconocidas para vosotros), sin tener en  cuenta ideologías del tipo que sean os entregáis de lleno y sin reservas, con el fin de aliviarlos en todas sus necesidades y siempre; queridísimos sanitarios y a todos los demás, un millón de gracias, es absolutamente NADA comparado  con vuestra entrega y disponibilidad. ¡Adelante!, con ánimo, valentía y fuerza, porque os sale de un corazón grande y generoso, lo admiro, lo valoro y es de loar, algún día, recibiréis la recompensa de tanta entrega, porque nada queda en el vacío, yo solo puedo ofrecer por todos vosotros, mi gran interés, mi gratitud, mis sacrificios y mis oraciones ante el Todopoderoso, el Único y buen pagador que sabe devolver el ciento por uno. Deseo recibáis este pequeño apoyo de mi pobre pero constante oración y de todas las hermanas que conviven  conmigo. 

No puedo dejar sin nombrar a todos y cada uno de los enfermos hospitalizados donde quiera que estéis, os visitamos desde el claustro con nuestro pensamiento y oraciones, no estáis solos, os queremos, os recordamos y nos unimos a vuestros sufrimiento, estamos con vosotros,  con vuestras familias, sufrientes, seáis o no del mismo ideal o credo, eso no cuenta, lo que importa son las personas, porque son de nuestra misma frágil naturaleza, lo demás no cabe ni entra en nuestro pensamiento. 

A las familias de tantos fallecidos que lloran la separación de sus seres queridos, todo lo que están pasando nos va a unir y nos va hacer caer en la cuenta de que todo pasa, solo quedara el bien que hayamos hecho por todos los demás, esta crisis nos hará mas humanos y comprensivos los unos con los otros pero sobre todo con los más débiles, pobres y necesitados.  Contad siempre con nosotras porque os consideramos miembros de nuestra familia; esperemos con paciencia, generosidad, fortaleza y mucha confianza; contad con todas nosotras, somos vuestra retaguardia en estos momentos de angustia, dolor y sufrimiento.

 Avanzamos en la Cuaresma (nosotros los católicos) estando ya muy cerquita de la Pascua; en estos días estamos viviendo en nuestra carne el dolor de la Pasión de Nuestro Señor que conmemoramos en Semana Santa, años atrás pasaba la imagen de Cristo representando su Pasión por nuestras calles y lo venerábamos, actualmente está pasando en carne viva con el nombre de coronavirus, otra “pasión” por nuestras casas, familias y pueblos, pero no tardara en llegar la luz y la alegría  de Cristo Resucitado.  ¡Ánimo!, ya nos queda menos ¡ojala! así lo pedimos. Las Vírgenes de nuestras Cofradías bajo diferentes advocaciones nos alientan y animan con su amor de Madre, y el dolor de ver a su Hijo en la Cruz; pero, con la esperanza que Resucitara Glorioso transformando nuestro dolor en el gozo y la alegría que nos da nuestra fe.

Un fuerte abrazo, siempre con el recuerdo de nuestro cariño hacia todos vosotros y el apoyo y aliento constante desde nuestra soledad y nuestro silencio hecho oración, para vuestro consuelo y fortaleza. Nosotras nos sentimos también pobres y necesitadas de vuestro apoyo y de vuestro sufrimiento transformado en oración. 
Para Dios nada hay imposible.

Una Carmelita Descalza de Úbeda, en nombre propio y de la comunidad.

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