Esperanza Aguirre, el pasado lunes, en rueda de
prensa. BERNARDO DÍAZ
LUCÍA
MÉNDEZ
La imagen del presumido Paco Granados
desaliñado con barba de tres días camino de la cárcel no sólo ha puesto la carne de
gallina al PP madrileño, sino que marca el final de toda una época de
esplendor, poder, dinero, vino, rosas e impunidad. Dirigentes del PP nacional y
regional coinciden en el diagnóstico de esta nueva semana negra para el
partido. La poderosa organización del PP de Esperanza Aguirre está herida de
muerte.
Las fuentes consultadas coinciden en que
la operación Púnica acaba de un plumazo con las
hipotéticas aspiraciones de Esperanza Aguirre de encabezar la candidatura al
Ayuntamiento, pero también es el fin del aguirrismo. Una
organización que fue el principal núcleo de resistencia al liderazgo de Rajoy
durante los años de Gobierno de Zapatero. Aunque en la actual coyuntura
política, aquella cruenta batalla Rajoy-Aguirre ha pasado a segundo plano
porque, como afirman fuentes del PP nacional, el descrédito del partido por la
corrupción afecta a todos.
Según los interlocutores de este diario,
la detención de Granados es la gota que ha desbordado un vaso ya colmado por
las irregularidades que han acabado llevándose por delante al jefe de los
empresarios madrileños y puntal de Aguirre, Arturo Fernández, y las tarjetas
black de Caja Madrid y Bankia.
Una vez superado el shock inicial tras
la detención de uno de los pretorianos más destacados de Esperanza Aguirre, sus
compañeros del PP han echado la vista atrás para concluir que el jovial,
encantador y expansivo Granados era "un impostor y un
sinvergüenza" que estaba a la vista de todo el mundo sin
que nadie se diera cuenta. Esta semana sus compañeras de escaño en el Senado
han llorado por él y también por haber creído a pies juntillas en sus proclamas
de regeneración. Parecían tan sinceras.
Los escoltas a los que invitaba a gin
tonics han lamentado la suerte del "señor Paco, con lo majo que era".
Sus muchos amigos periodistas se han llevado las manos a la cabeza sintiendo pena
por él. E incluso sus adversarios internos se declaran espantados. Los
dirigentes a los que Granados expulsó del tablero tampoco encuentran motivos
para la satisfacción.
'El daño es infinito'
"Esta mierda nos salpica a todos.
Me duele en el alma ver a mi partido en estas circunstancias. El daño es
infinito", asegura una de sus víctimas. El ejercicio de memoria del PP
madrileño sobre Paco Granados ha sacado a la luz lo que ahora parece una novela
que incluye episodios de espionaje, luchas intestinas por el poder y la
sucesión de Esperanza Aguirre, dossieres, filtraciones, chantajes y control
férreo del dinero de las adjudicaciones de los contratos de la Comunidad y
manejo de dinero público. Mucho dinero. Granados irrumpió en la política
dirigiendo con mano firme la comisión de investigación del Tamayazo.
Esperanza Aguirre encontró en el alcalde
de Valdemoro a su "chico del sur". Un "paleto" que sabía
inglés, había trabajado en un banco y que le hizo mucha gracia. Tenía tantos
amigos en el PP como entre los alcaldes del PSOE en los pueblos del sur. Era un
político centrista. Su ascendiente sobre Aguirre fue aumentando y como
consejero de Transportes del primer gobierno de Aguirre cayó en sus manos el
mayor poder de adjudicación de contratos de la Comunidad. Las fuentes
consultadas aseguran que, tal y como recoge el juez en su auto de prisión,
Granados fue tejiendo una red de cómplices que incluía a alcaldes, guardias
civiles, empresarios y periodistas.
"El se creyó siempre a salvo de
todo, le tapaba un manto de impunidad política y mediática", dice alguien
que conoce bien el PP madrileño. Aguirre se ha mostrado esta semana
escandalizada, avergonzada y sorprendida. Sin embargo, distintos dirigentes han
confirmado que Esperanza Aguirre fue advertida por sus colaboradores
de las actividades oscuras de su número dos durante ocho años, pero siempre
creyó en la palabra del ahora recluso. Era muy convincente.
Cuando el diario Público reveló que se
estaba construyendo una mansión de más de 1.000 metros cuadrados en Valdemoro y
que su mujer visitaba las obras para elegir los materiales, aunque la casa no
estaba a su nombre, se presentó en el despacho de la presidenta con lágrimas en
los ojos declarándose víctima de una conspiración de sus enemigos para quitarle
su "espacio político". Aguirre le creyó. Tampoco la presidenta dio
crédito a las evidencias de que Granados estaba detrás de los episodios de espionaje
sufridos primero por Manuel Cobo, después por el ex consejero Alfredo Prada y
finalmente por el actual presidente de la Comunidad, Ignacio González.
Prada fue destituido por la presidenta
tras enfrentarse a Granados y en el marco del enfrentamiento de Aguirre con
Rajoy, y el caso del seguimiento a González en su viaje a Colombia nunca fue
aclarado. Tanto Prada como González culparon a Granados de haberles espiado con una finalidad chantajista para librarse de
ellos. El recuerdo de aquellos episodios que se saldaron sin
investigaciones internas ni depuración de responsabilidades avergüenza ahora a
todos los dirigentes del PP.
"Esperanza es muy lista, nadie puede
creer que no se enterara de nada de lo que hacía Paco", señalan las víctimas
de Granados. Y ponen como ejemplo que ni la dirección del PP de Madrid ni la
nacional abrieron una investigación interna después de trascender que tenía una
cuenta en Suiza a comienzos de este año. Ni siquiera expediente disciplinario.
Aguirre le apartó de su lado en 2011 porque, una vez perdida la batalla con
Ignacio González, Granados se había acercado al equipo de Rajoy, a través de
Federico Trillo y Ana Mato.
Le destituyó tres días después de la
victoria de Rajoy por mayoría absoluta. Todo un mensaje para el presidente del
partido. Algunas fuentes atribuyen esta falta de activación de los controles
internos al temor que suscita una posible confesión de Granados. "Que no
me busquen, que me van a encontrar", aseguró en 13TV, delante de sus más
entrañables amigos tertulianos. "Medio partido tiene miedo, cualquiera que
haya tenido relación con él está mirando estos días por si encuentra alguna
irregularidad.
Existe la sospecha de que esto es sólo
la punta del iceberg y que pueden salir más cosas. Paco es un tío peligroso, sabe mucho de mucha gente, y la cárcel
puede ablandar su resistencia. Lo ha sido todo en la Comunidad
de Madrid, ha dirigido campañas y puede tener la tentación de sacar los trapos
sucios. Nadie sabe a estas alturas hasta dónde puede llegar la marea",
aseguran en el PP madrileño. En los últimos meses, Granados se ha paseado por
todos los salones y hoteles diciéndole a todo aquél que le quería escuchar que
podía llevarse por delante a todo el partido. Pero lo más grave es la imagen de
partido corrupto que los ciudadanos están percibiendo. Tanto el PP regional
como el nacional se encuentran en una difícil situación que influirá
directamente en la elección de las candidaturas al Ayuntamiento y la Comunidad.
Empiezan a alzarse voces que reclaman
una limpieza general y una renovación total del PP en la Comunidad. "La
acumulación de escándalos es terrorífica y puede tener un coste electoral
altísimo". Fuentes próximas a Esperanza Aguirre aseguran que a la
presidenta del PP madrileño no le inquieta despedirse de su hipotética
candidatura al Ayuntamiento de Madrid. "Si puede presentarse bien, pero si
no, también".
Enlace articulo original: http://www.elmundo.es/espana/2014/11/02/54555e56268e3e744d8b457a.html
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