AUTOR: Jose Maria Murillo Garcia
Badajoz, 9 de julio del 2019.
Casualmente,
el día del funeral de Johnny Hallyday, estaba en Paris y en un hotel cerca de
la Iglesia de La Madeleine.
Los
franceses no digo que hagan las cosas mejor, pero si es cierto, que muchas de
ellas nos deben servir para aprender, y si es posible copiarlas.
Para
el referido funeral, se cortaron todas las calles que rodeaban a la Iglesia en
un radio que creo no era mucho menor de quinientos metros, lo corto el
ejercito, sin problemas, atravesando un carro blindado en la calzada y junto a
el dos soldados con su armamento montado. Dentro de esa zona estaba nuestro
hotel, y por lo tanto tuvimos que llevar las maletas a la via donde el taxi
pudo llegar, que no estaba a menos de doscientos metros.
Todo
el mundo, aguanto el citado cordón, desde horas antes de la llegada del féretro
y el acompañamiento, que iba encabezado por el Presidente Emmanuel Macron, y
los dos Presidentes anteriores, Sr. Hollande y Sr, Sarkozy, por supuesto España
tenía como representante al entonces Ministro de Cultura D. Iñigo Méndez de
Vigo.
Cuento
esto, para que nos demos cuenta de las diferencias existentes entre los dos
pueblos, no hace tantos días exactamente el cuatro de julio, murió alguien tan
querido en España, como podía ser Johnny Hallyday en Francia, nada más y nada
menos que el gran maestro de nuestro actual teatro Arturo Fernández Rodriguez,
para cualquier español Arturo Fernández. No quiero comparar personas, pero si
aptitudes de pueblos y sus representantes.
No
tengo ningún lazo de unión con el Teatro, pero eso no quita, para que
comprenda, reconozca y admire, la valía de este hombre, que a fuerza de
trabajo, y buenas maneras consiguió el reconocimiento de España entera.
Murió
a los noventa años, pero de ellos había trabajado sesenta y muchos, hasta meses
antes de su muerte, quizás con su aire de conquistador, un poco cínico, pero no
me negareis que sabia llevar un traje de la mejor manera y con los mejores
modales, si, era de derechas, y no lo oculto, pero trabajo sin mendigar
subvenciones.
Pues
bien, a este fenomenal profesional, nuestro gobierno no ha dedicado ni el más
mínimo reconocimiento oficial. Todas las condolencias a título personal.
Esta
es la conexión que nuestros actuales políticos, tienen con el Juan español,
después nos pedirán votos y nos ofrecerán los mejores parabienes, pero también
nos hace falta que se precie y reconozca a quien ha dado su vida al trabajo sin
nomina fija.
Si
antes poníamos el ejemplo del pueblo francés, igualmente podemos comparar con
el británico con su monarquía rigurosa y ancestral, supo del cariño de sus súbditos
por Beckham, este magnífico jugador de futbol, capitán de su equipo nacional y
también jugador del Real Madrid, y al que la Reina le concedió su más alta
condecoración, la Orden del Imperio Británico.
No
es menos cierto que a Arturo Fernández le quedan chicas las condecoraciones que
le pudiesen poner, las suyas se las puso él en vida, subiendo cada día a un
escenario, para dar y darse a su público. Descanse en paz.
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