Interior de la NSA. AFP
ELMUNDO.ES
El escándalo de espionaje de la Agencia de Seguridad
Nacional (NSA) de EEUU no deja de crecer. Una exclusiva de 'The Washington
Post' revela que entró en los servidores internos de los gigantes Google y
Yahoo para obtener información de sus usuarios, según documentos que tiene en
su poder el ex consultor de la CIA, Edward Snowden.
La agencia, según el documento fechado en enero de 2013,
obtenía diariamente millones de registros de los servidores internos de Google
y Yahoo y los enviaba a su sede en Fort Meade, en Maryland. Eso sí, no
todos los guardaban. Tenían acceso a informaciones de texto, vídeo y audio.
Todo este mecanismo de espionaje se hacía bajo un proyecto denominado
MUSCULAR, que se realizaba en colaboración con la agencia británica GCHQ.
No es la primera vez que se relaciona a la NSA con ambos
gigantes tecnológicos. Otros documentos de Snowden sacaron a la luz el proyecto PRISM,
por el que la Agencia tenía acceso a Google y Yahoo, pero de forma abierta. Es
decir, bajo la sección 702 del Acta de Vigilancia de Inteligencia podían
interceptar, de manera legal, comunicaciones que se desarrollaran por Google y
Yahoo, bien pidiéndole a las compañías que le diera los datos o, incluso, sin
necesidad de pedirlo. Pero no entrando en los servidores centrales de
almacenamiento de datos de ambas compañías.
El proyecto MUSCULAR cambia las cosas. Aunque la Casa
Blanca no ha confirmado la existencia de este proyecto, sí se han pronunciado
tanto Google como Yahoo. En un comunicado, recogido en el periódico
estadounidense, Google considera "preocupantes y problemáticas las
afirmaciones de que el Gobierno interceptó el tráfico de información entre
nuestros centros de datos. No tenemos constancias de esta actividad".
En la misma línea se ha expresado Yahoo, que afirma tener "estrictos
controles para proteger la seguridad de nuestros centros de datos y señalan que
nunca han dado acceso a los mismos a la NSA".
Google y Yahoo, como otras empresas, mantienen centros de
datos en los cuatro continentes que se comunican entre sí con cables de
fibra óptica, formando una red que se conoce como 'nube'. Accediendo a este
flujo de información -en el que las compañías gastan millones de dólares para
garantizar su seguridad- la NSA puede interceptar comunicaciones en tiempo real
y en un número mucho mayor del que permitía el proyecto PRISM.
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