Por María
Graciani
Retrato
del escritor Benito Pérez Galdós.
"Los
dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son
dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto.
Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más
mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y
analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán
a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No
acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán
más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones,
favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con
los farolitos... No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los
antediluvianos… La España que aspira a un cambio radical y violento de la
política se está quedando, a mi entender, tan anémica como la otra. Han de
pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis
étnica, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de
lumbre mental".
Benito Pérez
Galdós, 1912 La fe nacional y otros escritos sobre España.
Hoy descubrí
este escrito del autor de los Episodios Nacionales, me lo envía por correo mi
amigo Eduardo (médico jubilado y amante de las letras), explicándome que el
texto pertenece a una antología de escritos sueltos de Galdós. Cuando lo leí
pensé “¡qué tino el de D. Benito!” pues más bien parecía como si el conocido
escritor hubiese abierto una ventana a nuestro momento actual desde su España
de 1912, hubiese visionado el panorama y tomado la decisión de dejarlo por
escrito en una especie de premonitorio aviso: “Colegas, tengamos cuidado si
seguimos por aquí…”
Parece como
si desde aquel momento no hubiese cambiado nada, como si la realidad española
de la que eran testigo los ojos de D. Benito se hubiese congelado en el tiempo
y llegado hasta nosotros (paradójicamente, ahora los que nos quedamos
“congelados” al ver lo poco que cambian las cosas somos nosotros).
Evidentemente, en un siglo suceden muchos “cambios”, al menos, cambios
aparentes, las formas evolucionan pero el fondo nos resulta conocido. Antes,
los tenderos hacían sus cuentas con lápiz y papel; ahora, Bárcenas asegura que
usa IPad.
“…Carecen de
ideales, ningún fin elevado los mueve…”
Al leer el
extracto de La fe nacional y otros escritos sobre España acierto a
identificar el germen de este estatismo nacional justo en su tercera línea:
“…Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve…”. Y es que cuando no se
sabe por dónde empezar, acaba uno por inventarse el principio (obviamente, el
que resulte más conveniente a los intereses del inventor). Los principios son
el reflejo de nuestra consciencia en nuestra vida diaria, de modo que no es
algo que nos imponen desde fuera sino el fruto de una forma de ser, pensar y
sentir que es completamente nuestra, que nos pertenece y que nos satisface
llevar a cabo porque sabemos que tendrá resultados positivos para todos.
Humanidad,
honradez, justicia, generosidad… son algunos de los principios que más
valoramos, son los valores que deberían convertirse en el motor de
nuestras actuaciones diarias; si estos fueran la línea de salida, con seguridad
llegaríamos a una meta más que satisfactoria, entonces ¿cómo es que la realidad
actual no se caracteriza especialmente por los citados valores?
A día de
hoy, los políticos siguen “pastando en el presupuesto”, continúan sin mejorar
las condiciones de vida, encerrados en la burocracia y en el trato de favor con
los amigotes. En el único punto en el que disiento de D. Benito es en que hayan
de pasar lustros hasta que llegue sangre nueva que cambie las cosas. La
necesaria sangre nueva ya está aquí, pero hemos dejarla circular para que pueda
nutrir al cuerpo de una señora muy querida por todos nosotros: nuestra España,
la que nos merecemos vivir y la que otros muchos, antes que nosotros,
trabajaron por conseguir. Permitamos que esta sangre nueva llene el corazón de
nuestro país y le permita latir cada vez con más fuerza, porque si seguimos
“donándola” nos vamos a quedar tiesos.
Ya puestos a
hacer este necesario “chequeo nacional”, fijémonos también en el cerebro de
nuestra España, la materia pensante que indica al resto de los órganos qué
deben hacer para progresar.
“La mente es la que va a determinar el grado de
éxito que tengas en tu vida” afirma Nick Vujicic, no le falta razón a este
conocido speaker australiano. Ya se trate de una persona o de un país, su
actitud quedará influida por su forma de pensar; en el caso de la Sra. España,
su cerebro está formado por unas peculiares “neuronas”: los políticos. Al igual
que en el cerebro humano, el de la Sra. España está formado por células de
diversas formas (estrelladas, otras recuerdan a animales marinos, otras con lo
que parecen interminables ramificaciones…) pero esta respetable Sra. tiene un
problema, un problema que empezó como un sencillo dolor de cabeza que se fue
agravando y si no decidimos atajarlo, podría acabar en coma: las “neuronas” de
la Sra. España carecen de sinapsis.
El problema
y la solución de España.
Podríamos
decir que la sinapsis es el lenguaje del cerebro, el canal a través del cual
las neuronas se transmiten información entre sí. Gracias a esta comunicación
interneuronal, el cerebro puede “hablarle” al cuerpo y decirle lo que tiene que
hacer cuándo es necesario hacerlo: contraer o relajar músculos, realizar
tareas intelectuales, controlar emociones. Si la sinapsis es inexistente,
cuando el cerebro quiere transmitir al cuerpo la orden de “levántate y anda”,
el cuerpo, sencillamente, no se entera de nada y lo único que puede hacer es
permanecer como está: tumbado e inmóvil. Tras realizarse un concienzudo
escáner, la Sra. España ha descubierto que, justamente, este es su problema:
siente que tiene que caminar (porque así se lo dice el corazón) pero como le
falla el cerebro, no puede.
Una vez
localizado el problema, el sentido común llama a actuar en consecuencia.
Intentar arreglar el panorama con una aspirina resultaría un chiste, aquí hay
que operar. Hay que regenerar las neuronas para que se vuelva a establecer la
necesaria sinapsis, porque la Sra. España no es coja ni paralítica, tiene dos
hermosas piernas que no hace tanto, la llevaron muy lejos; por lo que esta
regeneración celular se antoja indispensable para que nuestra buena Sra. vuelva
a gozar de buena salud.
La palabra
“sinapsis” proviene del griego y significa “unión, enlace”, y los principios
son los catalizadores de la que necesita la Sra. España, principios que cada
partido debe interiorizar pero no para engordar únicamente su propia célula
(porque un cerebro formado por células bien gorditas pero incomunicadas entre
sí sería el cerebro de un vegetal) sino para propiciar una fluida
comunicación con el resto de las neuronas, permitiendo así a todas trabajar
para un mismo fin: la recuperación de la Sra. España.
¿El Partido
por la Honestidad?
¿Y si nos
uniéramos y fundásemos el que podríamos denominar “PH” (Partido
por la Honestidad)? Una especie de partido de transición entre crisis y
recuperación que recordase a los demás con qué fin fueron creados y cuál es su
común objetivo: que la Sra. España vuelva a caminar. Para ingresar en el “PH”
(Partido por la Honestidad) sería necesario obtener una
puntuación más que brillante en una especie de test teórico-práctico sobre la
honestidad y otros principios (humanidad, justicia, generosidad, bondad…). Para
garantizar que esta “neurona” no cae en el mismo error que las demás, un comité
especializado debería de realizar una auditoría ética trimestral a sus miembros
(de hecho, Adela Cortina, filósofa valenciana, primera mujer en ocupar un
sillón en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la
Fundación ÉTNOR –ÉTica de los Negocios y las ORganizaciones-, ya ha realizado
alguna auditoría ética en nuestro país).
Una vez que
la Sra. España no solo pueda volver andar, sino que disfrute corriendo y tenga
el pleno uso de cada uno de sus órganos (señal inequívoca de que su cerebro
funciona perfectamente), el “PH” (Partido por la Honestidad)
habría cumplido con su cometido y podría permanecer como una especie de
“presidente honorario” en el sistema nervioso de la Sra. España. Estoy
convencida de que la fe nacional se puede recuperar, ¿fundamos el “PH” (Partido
por la Honestidad)?
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