ÁNGELES PEDRAZA
Los que tendrían que protegernos e impartir justicia se ríen de
las víctimas del terrorismo.
Es muy difícil de explicar la sensación que me embarga en los últimos días.
Básicamente porque no consigo entender cómo hemos llegado a un punto en el que aquellos
que tendrían que protegernos e impartir justicia se están riendo de las
víctimas del terrorismo. Sin ninguna duda, un sistema que
permite que los que han sufrido el dolor que causa el terror sean humillados es
un sistema podrido.
Escribía hace unos días una carta pública a la sociedad española
para contar cómo me sentía tras la decisión de la Audiencia Nacional de
comenzar a liberar a asesinos por grupos. Aun así, esperaba del Tribunal
Supremo –gran defensor de la doctrina Parot– algo de coherencia. Pero no… todo
lo contrario. El Supremo abrió la veda y los jueces de la Audiencia, que parece
que están cobrando según la velocidad a que liberen a terroristas, se han reído
de todos nosotros adelantando
más excarcelaciones. ¡Ni siquiera han podido esperar un día para soltarlos!
Me preguntan continuamente por cómo están las víctimas y las
vivencias que estamos teniendo en la Asociación con nuestros asociados. Este
jueves, sin ir más lejos, recibí una llamada desde Cádiz. Eran varias víctimas
que acababan de enterarse que el asesino Kubati iba a salir libre de la cárcel
de Puerto I. “¿Qué hacemos Ángeles?”, me dijeron. No supe bien qué responderles
y salió de ellos la idea: “Presidenta, vamos a ir a recibirlo a las puertas de
la cárcel. Para que le quede bien claro el daño que ha hecho”.
Entonces, al colgar el teléfono, en un momento me di cuenta de
la triste realidad: estábamos solas. Las víctimas del terrorismo nos
habíamos quedado solas. Y
esa soledad se está notando con el aumento de las llamadas a nuestra sede de
nuestros asociados para hablar con nuestros psicólogos. Necesitan contar cómo
se sienten y el desamparo y la desprotección institucional que estamos
sufriendo.
Y no. No es la primera vez que las víctimas del terrorismo se
han sentido solas. Esto ha sido la tónica general a lo
largo de los últimos 50 años. Lo
que nunca creímos es que esa infamia volvería a repetirse.
Porque la historia de las víctimas del terrorismo ha sido muy
dura en nuestro país. Durísima. Eso todos lo conocemos. Más
de cinco décadas de terror, muerte y destrucción que dejaron más de mil muertos y miles de heridos a lo largo de toda
España. Sobre todo aquellos terribles años del plomo en los que las víctimas
llevaban su duelo siendo señaladas, teniendo que enterrar a los suyos sintiendo
vergüenza y, en muchísimos casos, sintiendo el repudio de sus vecinos.
Pero en aquellos años a las víctimas les quedaba algo a lo
que aferrarse: la justicia. Era
el único derecho que les quedaba porque los terroristas habían acabado con la
vida de un ser querido o habían intentado asesinarles. Frente a la soledad, la
confusión y el miedo de haberse convertido en víctima del terrorismo quedaba el
consuelo de la justicia: el Estado de derecho nunca las iba a abandonar y siempre
harían frente a los asesinos.
Citaba en mi carta, a la que antes he hecho referencia, que
últimamente escucho muchísimo la cita “Cuando la política entra por la puerta,
la justicia sale por la ventana”. ¿Cómo puedo explicarle yo a la madre
de un chico que tenía 23 años cuando fue asesinado por Kubati o por Inés del
Río que ahora estos asesinos están en la calle sin haber cumplido si quiera lo
que era justo? No
hay manera de hacerlo.
Entonces, ¿cómo creen ustedes que van a sentirse esas víctimas
que confiaron en las instituciones, en los políticos y en los jueces para que
las protegieran? Pues ya les digo yo como se sienten: traicionadas.
Traicionadas porque en las últimas semanas han visto a los
asesinos salir de la cárcel sin
haber pagado su pena con la justicia por los terribles crímenes que cometieron.
Traicionadas porque han sufrido como los mismos jueces que tardaron años en
abrir el proceso contra el terrorista que mató a su padre, hijo o hermana, han
tardado horas en soltar a estos asesinos. Traicionadas porque los políticos a
los que votaron y en los que confiaron no han abierto la boca, pasando página
rápidamente y abandonando a las víctimas a una nueva soledad en la que la
sonrisa que es fotografiada es la de un terrorista saliendo de prisión antes de
tiempo.
Y esta sensación de traición aumenta porque no hace mucho que
las víctimas y la sociedad española íbamos ganando frente al terror. Porque se
aplicaba una Ley de Partidos (aún vigente) que puso a ETA y los suyos contra
las cuerdas política y policialmente. Porque la Audiencia Nacional condenaba a
miles de años a estos asesinos sin escrúpulos y los políticos eran contundentes
en la lucha contra el terrorismo. Estuvimos a punto de ganar y ahora vamos a
perder.
Porque si los ochenta fueron conocidos como los años del plomo,
el 21 de octubre de 2013 supuso el inicio de los años de la vergüenza y la
indecencia: cuando el Estado de derecho se derrumbó frente a los
terroristas y las víctimas perdieron su derecho a la justicia. Porque sin esa
justicia, ya jamás podrá contarse la verdad de lo ocurrido; la memoria de las
víctimas ha sido pisoteada, y nuestra dignidad, ultrajada.
*Ángeles Pedraza es presidenta de la Asociación Víctimas
del Terrorismo (AVT).
Enlace articulo
original: http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/politica/los-anos-vergueenza-y-indecencia-20131114
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