Rubalcaba pretende aprovechar el cónclave para enderezar el
rumbo, pero Chacón reaparece dispuesta a dar la campanada
El PSOE llega a su gran cita
–la Conferencia Política que debería servir como de punto de partida de su
recuperación– peor que nunca. «Estable dentro de la gravedad», resume un alto
dirigente territorial. Sin rumbo claro y sin patrón que le conduzca a puerto,
añade otro barón. Sin duda, el partido de Pablo Iglesias atraviesa por una
grave crisis ideológica como consecuencia de la tensión nacionalista en
Cataluña. Un asunto que, hace tan sólo unos días, partió en dos el Grupo
Parlamentario en el Congreso, pero a punto estuvo de precipitar una rebelión en
cascada del poder territorial y hacer saltar por los aires el mandato de
Alfredo Pérez Rubalcaba. La federación andaluza se plantó, amagó con provocar
un «tsunami» y replantearse su apoyo a la dirección federal si, como estaba
previsto, el PSOE se ponía de perfil ante la defensa de la Constitución y la
residencia de la soberanía nacional en el pueblo español. De no haber
reaccionado a tiempo tras una llamada de alerta de Susana Díaz, el débil
liderazgo del secretario general que salió ya cuestionado del 38 Congreso
Federal hubiera estallado en mil pedazos a una semana del cónclave con el que
el PSOE pretende revisar la socialdemocracia española y sentar las bases del
que será su proyecto para los próximos diez años.
Una grave crisis orgánica, como
consecuencia de un liderazgo no asentado, se añade pues a las diferencias
ideológicas que separan a los socialistas catalanes de los del resto de España
a cuenta del derecho a decidir y la consulta soberanista. Con estos mimbres, el
PSOE encara el cónclave del próximo fin de semana, en el que la lógica mandaría
adentrarse en un debate sin cortapisas sobre lo que se es y lo que se quiere
ser y, sin embargo, obviará los asuntos más candentes en una organización que
aguarda como agua de mayo un relevo en la dirección y un programa con el que
recuperar la confianza perdida. Pues no habrá nada de eso, porque la
Conferencia Política no discutirá ni sobre el modelo territorial que divide a
los socialistas ni sobre el calendario de las primarias. Lo primero porque se
entiende que la reforma federal de la Constitución acordada por los barones en
la llamada «Declaración de Granada» ya lo dijo todo el pasado 6 de julio. Lo
segundo, porque la dirección sostiene que un foro de debate sin atribuciones
orgánicas no está legitimado para tomar una decisión que compete al máximo
órgano del partido entre congresos.
El propósito de los socialistas
es, salvando distancias, convertirse en el PSOE de los 80, en el partido de la
esperanza y las reformas, en una organización capaz de dar respuesta a las
demandas ciudadanas. «A nuestras espaldas –recuerda el coordinador de los
trabajos de la Conferencia Política, Ramón Jáuregui– tenemos 100 años de
vertebración, conquistas sociales y reformas democráticas y eso es lo que
pretendemos de nuevo».
Ajenos, pues, al bullir de la
organización y las agrupaciones, y empeñados en «controlar» aquellas
aportaciones que se salgan del guión establecido, hay temor a que una «bomba de
neutrones» caiga sobre el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones el
próximo fin de semana. Todo está listo y controlado para evitar la onda
expansiva que pueda provocar aquél o aquélla que ose llevar al debate asuntos
que no tocan. El trabajo previo está hecho y de las aportaciones que allí se
hagan al documento marco elaborado por la dirección federal está previsto
transaccionar las que la dirección considere «razonables» y excluir del
circuito del debate las que no a lugar. Cuatro comisiones de trabajo, a puerta
cerrada, darán la respuesta del PSOE a quienes dan por amortizados los partidos
políticos mientras que seis foros de debate, dos de ellos dirigidos por los ex
presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, centrarán el
programa de la Conferencia Política que parte de una ponencia marco a la que la
militancia ha respondido con diferentes añadidos. De las más de 12.000
enmiendas que ha recibido el texto, el 48 por ciento (6.000) tienen que ver con
el Capítulo de Democracia y Reforma Constitucional; un 20 por ciento (2.500)
con la parte económica, 1.600 (13 por ciento) con bienestar social y un 19 por
ciento (2.460), sobre modelo de partido y las primarias abiertas. El debate
centrará si, como para la elección de candidato a presidente del Gobierno, los
aspirantes a presidentes autonómicos tendrán o no que pasar por la misma
consulta y si el sistema ha de imponerse para elegir secretario general
mediante voto directo. La decisión corresponderá a un próximo congreso porque
una conferencia política no puede cambiar los estatutos del partido, pero el
sentir mayoritario de la militancia, a juzgar por las enmiendas, es caminar
hacia la elección directa del secretario general.
En
general, los participantes en el cónclave reclaman para el Capítulo de
Democracia un blindaje en la Constitución de los derechos sociales, la revisión
de los acuerdos con la Santa Sede (33 aportaciones), mayor transparencia en la
Casa del Rey (53), un sistema electoral con listas desbloqueadas, la
prohibición de las donaciones privadas a los partidos políticos, el refuerzo de
las incompatibilidades para los diputados y la revisión de las actuales
circunscripciones electorales.
Enlace articulo original: http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/4208229/espana/un-psoe-dividido-y-sin-rumbo-afronta-una-conferencia-crucial#.UnXx3vlWwus
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