La cinta clandestina,
a la que ha tenido acceso EL PAÍS, ha sido entregada al juzgado que investiga
los posibles delitos de Francisco Nicolás Gómez
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Nicolás Goméz Iglesias,Juzgados,
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inteligencia, . Espionaje,
Poder judicial.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias, a la
salida de los juzgados / FERNANDO
ALVARADO (EFE)
Lo más engorroso que le puede pasar a alguien cuyo
oficio consiste en escuchar a otros es ser escuchado mientras escucha. Y si el
que escucha y a la vez es escuchado pertenece al Centro
Nacional de Inteligencia (CNI), peor que peor. Pues justamente eso
les ha sucedido a dos agentes del CNI, un hombre y una mujer, que compartían el
contenido de las escuchas que hacían al Pequeño Nicolás con un alto cargo de la
Policía que, por su lado, también se dedica a escudriñar lo que hacen sus
colegas/subordinados, por si alguno de ellos se aparta de la ley.
La grabación clandestina (a la que ha tenido acceso EL
PAÍS) ha sido incorporada al sumario que instruye el Juzgado
de Instrucción 2 de Madrid sobre las andanzas del Pequeño
Nicolás. Porque de él hablan estos tres empleados públicos a lo largo de los
seis minutos y 52 segundos que dura la grabación. Hay pasajes de muy mala
audición, pero otros muchos son de gran nitidez. Sobre todo, cuando los dos
espías del CNI y el alto cargo policial rompen a carcajadas con una de las
hazañas de Francisco Nicolás Gómez, que así se llama el Pequeño Nicolás. Lo que
cuenta el agente del CNI a sus interlocutores (y lo sabe porque le tiene el
teléfono móvil intervenido) es que el Pequeño Nicolás está de tratos con un
banco de Guinea Ecuatorial para conseguir un crédito de 20 millones de dólares,
y que tiene casi convencido a un empresario para que le avale ese préstamo con
un viejo caserón semiderruido.
La risa de los tres se recrudece cuando el agente,
desternillado, relata el día, era viernes, en que él mismo le llevó al juzgado,
tras ser detenido el pequeño Nicolás por seis agentes de Asuntos Internos de la
Policía. Fuentes judiciales de la plaza de Castilla no entienden porque tuvo
que implicarse este departamento en un asunto de un muchacho que a lo más ha
podido cometer delitos de suplantación, falsedad y alguna estafa. El agente del
CNI cuenta, casi sin poder hablar, que, el día en que llevó al pequeño Nicolás
al juzgado, el chico le habló de la contrariedad de la situación en que se
hallaba, detenido, en un momento en que debía viajar a Guinea para cerrar un
negocio. Y que, tratando de engatusarle, el Pequeño Nicolás le dijo que iba a
hablar con Obiang [se refiere
al presidente de Guinea Ecuatorial], y que se fuera con él “que lo iba a hacer
ministro…”.
El alto mando policial, en el minuto 4.26 de la cinta,
pide a sus interlocutores del CNI que aguanten un tiempo más la intervención
(pinchazo) del móvil de Nicolás, que ya tienen localizado en un piso de Madrid
y que está soltando joyas para la investigación. Pero los tres se muestran
preocupados porque se han reducido drásticamente las llamadas desde ese
teléfono. Por eso, el mando policial insta a que indaguen si Nicolás está
usando otro teléfono. Los tres coinciden en que es raro que esté haciendo tan
pocas llamadas alguien como el pequeño Nicolás, “que no puede estar sin
llamar”. Y además, uno de los agentes del CNI casi da por hecho que, con las
pruebas ya recogidas, puede terminar en la cárcel.
Francisco Nicolás se negó a
declararel pasado viernes ante el juez de Madrid Arturo Zamarriego.
La Constitución se lo permite, y alegó para ello que ignora el contenido de la
parte que aun permanece secreta en el sumario, y que, según fuentes de la
investigación, consiste básicamente en un extenso informe del CNI sobre sus
correrías en relación con un ministro y Guinea Ecuatorial, pero todo se ha
revelado falso y fruto únicamente de lo que el forense de la plaza de Castilla
definió, tras examinarle, como la “florida ideación y megalomanía” del Pequeño
Nicolás. Pero aunque Nicolás hubiera declarado, muy previsiblemente no habría
ido a la cárcel.
La Fiscalía de Madrid, al menos de momento, entiende
que el de Nicolás (al margen del estruendo mediático originado) no es más que
el caso de un pequeño delincuente, y que en ningún caso cabe ingresarle
provisionalmente en la cárcel. Los agentes del CNI, en la grabación, se
muestran convencidos de que hay material para que acabe en prisión. Este
periódico se puso en contacto con un portavoz del CNI, que expresó el malestar
que ha causado en la Casa el hecho de que alguien haya podido grabar a dos de
sus agentes y a un alto mando policial. Y advirtió, también lo hizo el alto
mando, con querellarse si se publicaba el contenido de la grabación, aduciendo
que se trata de una conversación privada y que ello sería constitutivo de
delito. Fuentes policiales señalan que en el momento de la grabación, efectuada
en una sede policial, había cuatro agentes, dos del CNI y dos de la
policía. Estas fuentes aseguran que la intervención del móvil del pequeño
Nicolás en ningún caso partió de la policía.
Fuentes judiciales de la Sección Penal de la Audiencia
de Madrid discrepan de esa interpretación. “No estamos ante una grabación de
unos agentes con sus esposas, en casa; se trata de tres funcionarios públicos
que hablan de un asunto que se está investigando en un juzgado y que, además,
versa sobre un escandaloso asunto que ha generado alarma social, por lo que
nada impide a un periódico su difusión. Otra cosa es el autor de la grabación,
que puede incurrir en revelación de secretos, entre otros delitos, si se trata
de un funcionario público”. Fuentes policiales señalan que este asunto le ha
costado el cargo a otro jefe policial que se cree pudo grabar subrepticiamente
el diálogo entre estos dos espías y el alto mando policial. Del diálogo llama
la atención los reparos sobre cobertura, se supone que legal, que opone uno de
los agentes para continuar con el pinchazo telefónico al pequeño Nicolás,
aunque el mando policial le anima a mantener algunos días más la intervención e
incluso a indagar si Nicolás se ha podido hacer con otro teléfono, lo que
explicaría la llamativa reducción de llamadas del móvil intervenido. Y eso que
el teléfono no se ha movido de la casa en la que le tienen localizado, según
confiesa el agente del CNI.
Otra cuestión, advierten los citados medios
judiciales, es la legalidad de esa intervención. El alto mando policial explicó
a EL PAÍS su convencimiento de que, para pinchar el móvil de Nicolás, el CNI
había pedido permiso “a su juez”. En el mismo sentido se pronunció el citado
portavoz del CNI. El servicio secreto está obligado a pedir permiso al juez del
Tribunal Supremo Pablo de Lucas, y en su ausencia, al también magistrado del
alto tribunal Julián Sánchez Mergal, para intervenir un teléfono. Y suele
pinchar conversaciones privadas cuando se trata de asuntos que afectan a la
seguridad nacional. “Y no parece que, en principio, que lo que ha hecho este
chico, por muy pillo que haya sido, y muy ingenuos otros, afecte a la seguridad
nacional, salvo que por seguridad nacional queramos entender el intento del
pequeño Nicolás de suplantar a un alto cargo del gobierno para sus chanchullos
lucrativos”, zanjan las citadas fuentes judiciales. El director del CNI declaró
recientemente que el tema del Pequeño Nicolás no afectaba a la seguridad del
Estado. Aun así, su teléfono ha estado intervenido.
Enlace al artículo original: http://politica.elpais.com/politica/2014/12/20/actualidad/1419044501_892066.html
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