Sí, las familias son columnas
de una sociedad sana. Cuando sucede lo contrario se resquebraja la armonía, se
pierden las ganas de vivir, el caos lo invade todo.
Ciertamente la mayoría de las
familias merecen mejor opinión de la que con frecuencia se tiene de ellas.
Pero no cerremos los ojos
frente a ciertas señales evidentes de peligro. Frecuentemente el crimen está
ligado directamente con el fracaso de la vida familiar.
Es por eso que cada familia
debe reconocer su responsabilidad ineludible para la buena marcha de esa
sociedad donde actuamos y vivimos y que siempre queremos mejor.
Para ello es necesario el
aprecio mutuo entre los papás; también cuando pasan los años se ven muchas
veces, sólo cosas negativas que antes se disculpaban, se toleraban...
SER SINCEROS. Imprescindible es
el consultarse mutuamente y siempre que sea necesario, compartiendo abierta y
confiadamente las opiniones. Sinceridad en todo, sin secretillos de ninguna
naturaleza, que suelen acarrear un maremoto de celos de imprevisibles
consecuencias para la paz del hogar.
Es necesario mirarse el uno al
otro como personas y no únicamente como "padres". Debe resaltar
siempre lo bueno, corrigiendo con cariño y comprensión los desaciertos.
Jamás una reprimenda, o
"decirse cositas" frente a los hijos... ¡porque eso no lo olvidarán
jamás! También en cuanto a la educación de los hijos deben hacerse un plan y
trabajar los dos mancomunados, unidos... pues si uno dice "si", y el
otro dice "no", desconcierta... si una parte permite todo, o
desacredita y la otra parte trata de poner un orden en la vida familiar,
desorienta a los hijos que generalmente se sienten heridos en el alma, o tratan
de sacar "ventajitas" de las desavenencias de sus propios padres...
PREVENIR. Nadie en la vida está
libre de momentos desagradables, pero es necesario prevenir, medir las palabras
y actitudes, pensando en las consecuencias; la bondad, el perdón, el diálogo y
muchas veces el silencio antes que las palabras fuera de lugar. Son piezas
claves para la armonía familiar. Conviene recordar aquí lo que decía San
Francisco de Sales: "caza más moscas una gota de miel que un barril de
vinagre.
Desastres familiares provienen
generalmente de cosas pequeñas que se amontonan y nunca se quiere enfrentar y
aceptar para darle adecuada solución... y luego resulta tarde. Un divorciado
confiaba esto: "Hubo en mi matrimonio malos ratos que yo pensaba que eran
intolerables... hasta que he descubierto que la vida es más intolerable sin
ellos". Al respecto aconsejaba el cardenal Feltin: "Que los esposos
no se hagan ilusiones: la felicidad que los esposos encontrarán en el hogar
será siempre fruto de una renuncia recíproca. El amor tendrá que ser purificado
y cultivado siempre, debe construirse sin descanso, no existe un estado
definitivo, una conquista definitiva del amor".
Cuando pensamos que la
felicidad del hogar es completa, siempre surge un nuevo deseo... Lo importante:
actuar siempre sin egoísmos, que es como un cáncer que carcome toda ilusión. La
mayoría de los enfrentamientos entre esposos, o entre padres e hijos se debe a
que sobra calle y falta hogar, sobran palabras y falta silencio; sobra bulla,
bochinche y falta diálogo y oración.
Enlace
articulo original: https://www.aciprensa.com/Familia/convivir.htm
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