Griñán
ha puesto en un inesperado brete a Pérez Rubalcaba Gonzalo Pérez
Esther L. Palomera.
No empezaron con buen pie, tras el XXXVIII Congreso
Federal de febrero de 2012, que dio las riendas del PSOE a Alfredo Pérez
Rubalcaba. No en vano, las heridas que aquel cónclave sevillano dejó en un PSOE
noqueado tras la histórica derrota de las generales tardaron en cicatrizar, si
es que hoy se puede decir que han cicatrizado del todo, que no parece. José
Antonio Griñán nunca apostó públicamente por Carme Chacón en aquella contienda,
pero fue público y notorio cuáles fueron sus preferencias y cómo votó la
federación andaluza. Así que la relación entre el presidente y el secretario
general del PSOE no ha sido en este año y medio un camino de rosas, si bien en
noviembre pasado sellaron un pacto de no agresión que diera estabilidad al
cuestionado liderazgo de Rubalcaba y al calendario diseñado por la Ejecutiva
Federal hasta 2014. A cambio, Andalucía, con su presidente a la cabeza, tendría
un papel protagonista en el debate territorial que los socialistas abrieron
después del hundimiento del PSC en las elecciones catalanas.
Desde entonces, Griñán, que controla la federación más
poderosa e influyente del socialismo, ha sido el muro de contención de cuantos
movimientos orgánicos han tratado de desestabilizar a la actual dirección
federal para anticipar su salida de los despachos de la calle Ferraz. De ahí
que, hace una semana, nadie imaginara que fuera a sumar una nueva estación en
el particular vía crucis del secretario general al anunciar su retirada para
promover un relevo generacional.
Sostener el rumbo
El secretario general supo de la decisión 24 horas
antes de que fuera anunciada y en Ferraz, de nuevo, saltaron las alarmas.
Sabían cuál sería la lectura: Griñán marca el camino a Rubalcaba. Otro palo en
la rueda de una hoja de ruta diseñada por la dirección para afrontar hasta
octubre la construcción de un nuevo proyecto político y, sólo después, abrir el
debate sobre los nombres y poner fecha a las primarias. Desde el martes pasado
cunde de nuevo el desánimo en el núcleo duro. Por más que se esforzaron en proclamar
que la decisión de Griñán sólo tenía traducción en clave andaluza y que en nada
cambiaba el calendario federal, sabían que otra vez se enfrentaban a
editoriales, opiniones y primeras páginas que pedirían la «jubilación
anticipada» de Rubalcaba. No se equivocaron y, aunque la dirección se conjuró
para mostrarse en público impasible a las lecturas externas, en privado
admitieron el hartazgo de luchar día sí y día también contra todos los
elementos para tratar de sostener el rumbo. Al menos, ahora sí, la Ejecutiva ha
reconstruído los puentes rotos antaño con las federaciones más críticas. La
presión, hoy, es más intensa fuera que dentro del PSOE, pese a que ha habido
voces como la de Barreda o Chacón que se apresuraron a poner en valor la
«generosidad» de Griñán para contraponerla con la de un Rubalcaba al que
algunos pretenden dibujar como el «último mohicano» de una generación de
socialistas ya en retirada. Y, aunque esta vez, ningún barón ha aprovechado la
ocasión para tratar de forzar cambios en el calendario, son muchos los que en
Ferraz recuerdan que el camino del último año y medio con Rubalcaba ha sido más
de espinas que de rosas. No en vano, desde la debacle en Galicia, País Vasco y
Cataluña, pasando por la petición de Gómez de un congreso extraordinario, las
crisis de Ponferrada, el PSdeG, el derecho a decidir del PSC, la irrupción de
Patxi López y Eduardo Madina como aspirantes a la sucesión y la polémica sobre
el concierto vasco, el secretario general no ha tenido un día de respiro.
De hecho, el anuncio de Griñán ya ha obligado a
Rubalcaba a convocar de urgencia mañana a la Ejecutiva Federal para autorizar
las primarias de la federación andaluza para elegir candidato el 29 de julio.
El día estaba previsto para cerrar el documento sobre el modelo de Estado que
el Consejo Territorial tendrá que aprobar el día 6 en Granada. Pero de no
validar en Madrid las primarias que el Comité Director de Andalucía ratificará
el próximo martes, el sector crítico de la federación que controla Griñán
podría impugnar el procedimiento. Y aunque no se esperan sobresaltos ni
candidaturas alternativas a la de Susana Díaz, nadie quiere correr riesgos.
Pues eso.