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Niega todas las acusaciones del ex tesorero y se presenta como víctima de
sus mentiras
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Culpa a Rubalcaba de poner en peligro la estabilidad y garantiza que no
dimitirá
Mariano Rajoy, arropado por dirigentes de su partido, en
los pasillos del Senado Alberto
R. Roldán
Carmen Morodo. Madrid.
Con una sólida y rotunda estrategia parlamentaria, el
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, volvió ayer a su favor el incómodo y
difícil debate sobre el «caso Bárcenas». Un discurso brillante en lo
dialéctico, combativo e implacable en el «tú a tú» con la oposición. Rajoy
tenía casi todo en contra, pero se impuso gracias a la que puede ser una sus
mejores intervenciones en las Cortes, y, sobre todo, gracias a aplicarse la
máxima de que la mejor defensa es un buen ataque. Lo lanzó con un cambio
rotundo en la gestión de este delicado asunto que tanto está desgastando la
imagen de su partido y la suya personal. Ayer desapareció el Rajoy contenido y
esquivo con lo que rodea al ex tesorero del PP y se presentó ante el Pleno como
la víctima de Bárcenas, desmintiendo categóricamente cualquier responsabilidad
en el tinglado que éste haya podido montar para conseguir la inmensa fortuna
que le han descubierto en el extranjero. Además, desde el primer momento se
descargó el peso de la ausencia en su discurso del nombre del ex tesorero,
citándole nada más subir a la tribuna, y buscó directamente el cuerpo a cuerpo
con él.
Ayer rectificó y dijo lo que desde hace meses
esperaban escuchar en las filas de su partido: que se equivocó al confiar en
él, que el ex tesorero les ha engañado y les ha mentido, y solemnemente
ratificó, asimismo, que todas sus acusaciones son falsas.
La toma de conciencia de esta equivocación la situó a
principios de este año, cuando se conoció la comisión rogatoria que dejó al
descubierto parte de la fortuna de Bárcenas en el extranjero. Y si en esas
fechas Rajoy hubiera escenificado y verbalizado lo que ayer ejecutó, la
oposición hubiera visto ya entonces muy reducido su margen para desgastar al
Gobierno con este asunto. Por primera vez a Rajoy se le ha vuelto en contra su
manera tan personal de manejar los tiempos, enfrentarse a los problemas e
intentar derrotar al adversario por aburrimiento. «Me equivoqué al mantener la
confianza en alguien que ahora sabemos que no la merecía», proclamó,
sonoramente, ante el Pleno del Senado. En esta afirmación explicó cómo ha
gestionado la ruptura con Bárcenas, las versiones contradictorias sobre su
relación con él y también los SMS que el ex tesorero filtró cuando sabía que
iba a entrar en la cárcel.
El fondo del mensaje del presidente es que no supo, no
tiene constancia, de los tejemanejes de Bárcenas, y que por eso ha defendido su
presunción de inocencia hasta el final. Y que éste presionó para conseguir un
trato de favor que no le dieron y luego optó por poner en marcha una estrategia
de represalia contra el PP. «Entendió que su mejor estrategia defensiva
consistía en atacar al Partido Popular. El acusado tiene derecho a mentir, a
esconder la verdad, a negar los hechos, a fantasear, a transferir su culpa a
otros, a rodearse de circunloquios, a inventar excusas, pretextos,
justificaciones», argumentó Rajoy, en alusión a Bárcenas. Según resaltó, todo
su papel «en esta historia» ha sido el de «dar crédito» a Bárcenas, apoyarle y
creer en su inocencia hasta que, a los cuatros años de iniciadas las
investigaciones, llegaron datos que confirmaban la existencia de cuentas
millonarias en Suiza no declaradas a la Hacienda Pública. «Cometí el error de
creer a un falso inocente, pero no el delito de encubrir a un presunto
culpable», añadió. ¿Pero por qué tardó tanto en romper del todo con él? Su
explicación fue que el caso arrancó en vísperas de varios procesos electorales
y mezclado con la cacería del juez Garzón con el entonces ministro de Justicia,
el socialista Mariano Fernández Bermejo, que tuvo que presentar la dimisión. Y
porque hasta la Fiscalía señaló en un primer momento que no existían indicios
suficientes para imputarle y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid archivó
en julio de 2011 la causa contra él, y en octubre de ese mismo año ratificó el
archivo. «Yo no puedo decirles otra cosa, sino que son falsas sus acusaciones,
son falsas sus medias verdades y son falsas las interpretaciones de la media
docena de verdades que emplea como cobertura de sus falsedades», apostilló
Rajoy. A partir de ahí, negó la doble contabilidad y sobresueldos en B. «Por lo
que a mí respecta, les aseguro que siempre he declarado todos mis ingresos»,
matizó. Añadiendo otra precisión, también en su nombre: «En lo que a mí se
refiere, estamos ante una asombrosa e imaginativa colección de falsedades, como
el tiempo y la Justicia demostrarán». Rajoy sostuvo que lo que dice Bárcenas
«no es cierto» y, una vez comprometida su palabra en nombre de su partido y en
su nombre, se remitió a lo que sentencie ahora la Justicia. Sabe que pese a su
rotundidad en la negación, no puede impedir que el caso siga vivo después del
verano y que la oposición lo utilice como elemento de desgaste, y por eso
reclama la máxima celeridad en la resolución judicial.
Rajoy fue muy duro en su censura al PSOE. Y denunció
que se le había convocado a un Pleno de explicaciones cuando ya estaba decidido
el veredicto de culpabilidad. Bajo este escudo no bajó al detalle de algunas de
las preguntas que le dejaron los otros portavoces y solemnizó, mirando a
Alfredo Pérez Rubalcaba, que ni va a dimitir ni va a convocar elecciones porque
es «una persona recta y honrada» y no ha cometido ningún delito. Su «ataque» a
Alfredo Pérez Rubalcaba fue corrosivo. Utilizó declaraciones suyas para dejar
en evidencia sus contradicciones actuales, le acusó de poner en peligro la
estabilidad de España y se sirvió de su nombre para apuntar contra «El Mundo»
por «tergiversar» y «manipular».
Dieciséis veces citó a Bárcenas
A. Macario- Madrid
Aunque los sectores más contrarios al Gobierno habían
acusado directamente al presidente de tener miedo a pronunciar la palabra
«Bárcenas», hasta dieciséis veces salió ayer de los labios de Mariano Rajoy el
nombre del ex tesorero del Partido Popular durante su discurso inicial en la
sesión plenaria que se celebró en el Senado. Lo hizo por primera vez casi al
principio, tras expresar su apoyo a las familias de las víctimas del
descarrilamiento del tren de Santiago de Compostela, y no tuvo ningún reparo en
volver a hacerlo en múltiples ocasiones a lo largo de los más de 60 minutos que
duró su intervención. De hecho, Rajoy se refirió al antiguo gestor de su
partido el doble de veces más que al líder de la oposición (la palabra
«Rubalcaba» fue pronunciada en ocho ocasiones) y sólo dos veces menos que al
«Gobierno», al que nombró explícitamente en 18 veces. Tampoco tuvo ningún
reparo con el término «tesorero», que apareció hasta en seis ocasiones en las
declaraciones del jefe del Ejecutivo. Ni con «moción» o «censura», que fueron
de las más utilizadas, con 13 y 14 usos, respectivamente. De entre las palabras
que Rajoy manejó en un mayor número de ocasiones destacan, especialmente,
«España», utilizada 25 veces; «Justicia», doce veces; y «confianza», repetida
hasta once veces. También llaman la atención los vocablos «fin» y «cita», que
fueron pronunciados en diez y nueve ocasiones, respectivamente, y que
protagonizaron la anécdota de la jornada en las redes sociales. Los usuarios
llegaron a convertirlos rápidamente en un «trending topic» a nivel mundial tras
escuchar a Rajoy repetir una y otra vez el mantra «fin de la cita» en su
discurso inicial. Una alusión indirecta al líder de la oposición para enfrentar
su pasado con su actitud presente.
Enlace Articulo original: http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/3177451/espana/rajoy-vence-a-rubalbarcenas#.UftkQ6ebuM8
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