Los cardenales tardaron casi tres años (1268-1271) en elegir nuevo Papa
Para acelerar la decisión los purpurados fueron encerrados y les racionaron
los alimentos
Fachada de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. / Archivo
Cuando los 117 cardenales se reúnan en las próximas semanas para elegir al
sucesor de Benedicto XVI nadie duda de que las deliberaciones serán rápidas. De
hecho desde comienzos del siglo XX ningún cónclave ha durado más de cuatro
días. Sin embargo, no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que los fieles debieron
esperar meses e incluso años para que el Espíritu Santo tuviera a bien indicar
a los purpurados el nombre del Papa. El cónclave que eligió a Gregorio X posee
el récord de duración: 34 meses, casi tres años. La silla de Pedro quedó tanto
tiempo vacía que se tomaron medidas tan drásticas como el encierro de los
cardenales en la sala de deliberaciones o el racionamiento de los alimentos de
los purpurados. Tanto se prolongó el cónclave, que durante el proceso
perecieron tres de los cardenales electores.
En noviembre de 1268 el Papa Clemente IV falleció en la ciudad de Viterbo
(Italia). En ese momento comenzó la ‘sede vacante’ de la Iglesia Católica más
prolongada de sus 2.000 años. Los 19 cardenales se reunieron en cónclave en la
catedral de la misma ciudad donde había fallecido el Pontífice (como era
habitual en la época). Sin embargo, en el siglo XIII los cardenales disponían
de una mayor libertad que en la actualidad durante el proceso. De hecho, no
estaban incomunicados con el exterior, salían y entraban del recinto religioso
cuando querían y hablaban con quienes quisieran. Se producía una votación
diaria y, en caso de no haber acuerdo, los cardenales regresaban a sus
aposentos de la ciudad.
Así fueron pasando las semanas con votaciones infructuosas. Los cardenales
estaban divididos en dos grandes facciones. Por un lado los partidarios del Rey
de Nápoles y Sicilia, Carlos de Anjou, (que representaba los intereses de
Francia) y por otro lado el grupo de cardenales italianos. Una vez más se
desató una soterrada guerra de poder en la cúpula de la Iglesia. Estrategias,
pactos y traiciones. Casi un año después, la impaciencia ya hacía mella en los
fieles. Pero también en los reyes y nobles de la cristiandad, todos interesados
en que el obispo de Roma fuera cercano a sus propósitos. Para acelerar el
proceso, los cardenales fueron recluidos en el Palacio Papal de Viterbo, donde
permanecieron incomunicados. Era el primer aviso.
Sin embargo, la medida resultó insuficiente y el ‘habemus papam’ se
resistía. Además, cada vez quedaban menos cardenales electores, y es que tres
fallecieron durante el tiempo que duró el cónclave. Los magistrados de la
ciudad de Viterbo decidieron aumentar la presión sobre los purpurados y
racionaron los alimentos. Además, se retiró parte del techo del palacio para
que las inclemencias meteorológicas apremiaran a los cardenales a decidirse por
un candidato. Pero las medidas de presión no daban resultado.
Nuevo Papa, nuevas reglas
En septiembre de 1271 la situación ya era insostenible. Felipe III de
Francia obligó a los purpurados a designar un reducido comité formado solo por
seis de los cardenales electores para designar un candidato de consenso. Con la
amenaza de Francia ya sobre sus cabezas y el riesgo a posibles cismas, el
comité eligió a Tebaldo Visconti como máximo pontífice. Sin embargo, había un
problema. Visconti no era sacerdote, sino diácono y además se encontraba en
Tierra Santa, concretamente en Acre como legado papal. Cuando fue informado
emprendió el camino a Roma, donde fue ordenado sacerdote y posteriormente
obispo, requisito imprescindible para ser Papa. Finalmente, el 27 de marzo de
1272 adoptó el nombre de Gregorio X para ejercer su pontificado.
La Iglesia Católica ya tenía nuevo líder. Sin embargo, la imagen había
quedado deteriorada por el largo interregno sin un Pontífice. Para tratar de
evitar que algo tan bochornoso sucediese, Gregorio X reformó el sistema de
cónclave mediante el 'Ubi periculum', donde fijó que los cardenales quedarían
incomunicados y verían reducida su ración de alimentos progresivamente a partir
del cuarto día. El sistema pretendía acabar con las eternas luchas de poder
entre la jerarquía eclesiástica. Solo se aplicó en el siguiente cónclave.
Posteriormente se suprimió y las intrigas de la Curia volvió a dominar las
elecciones papales.
Enlace articulo original: http://www.hoy.es/rc/20130224/mas-actualidad/sociedad/conclave-largo-historia-201302240017.html
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