Domingo y lunes son los días que tienen los 47 millones de electores
italianos para votar en las elecciones generales. Todo apunta a que saldrá un
Parlamento “colgado”, es decir, sin un mandato claro. España se juega mucho.
José Carlos Rodríguez
Olli Rehn ofreció una rueda de prensa en la que comentó las
conclusiones del informe deprevisiones de inverno de
la Comisión Europea sobre la futura marcha de la economía de Europa. El
panorama que dibujaba para el continente era gris oscuro: Una décima de
crecimiento este año, y un 1,6 por ciento en 2014. Y una tasa de paro que no
caerá del 11 por ciento hasta 2015.
Las buenas noticias o, más bien,
las noticias esperanzadoras sobre la economía europea se van sucediendo.
Irlanda prácticamente ha vuelto al mercado. Portugal, aunque está lejos de
resolver sus problemas, empieza a hacerlo. Grecia crecerá en 2014. España
parece haber dejado atrás lo peor. Mentalmente, porque la verdad es que lo peor
es lo que estamos viviendo en 2013. Pero la recuperación ya puede atisbarse.
Pero eso no quiere decir que
Europa haya solventado su crisis económica, que también es fiscal y, en última
instancia, institucional. Hay dos países que preocupan especialmente. Uno de
ellos, al que nos hemos referido en alguna ocasión, es Francia.
Es el ejemplo perfecto de lo que piden casi todos los medios de comunicación:
nada de austeridad, aumento de gasto público, ausencia de reformas… Francia
contaba con una economía privada ahogada, pero productiva y diversificada. Pero
que tiene graves problemas. Francia tendrá que hacer las reformas que ha
preterido, y tiene que revisar su amplio Estado de bienestar, así llamado.
El otro es Italia. Mario Monti ha
logrado algo sólo al alcance de un político italiano: Ha gobernado sin salir
elegido en las urnas, y se ha revestido de un aura de eficacia y reformas pese
a que su ejecutoria no ha ido muy lejos. Tan efectiva ha sido la
representación, que Monti llegó a proponer que se celebrasen elecciones, que él
no se presentaría, pero que se postularía para repetir después de los comicios
como primer ministro. Es decir: vosotros haced vuestras elecciones, que yo me
dedicaré a gobernar. Lógicamente, su propuesta no ha ido muy lejos.
Las elecciones son ahora, y todo
apunta a que ganará el candidato de la izquierda, Pier Luigi Bersani. Él
representa el compromiso con Europa y, por tanto, con las reformas y la
austeridad, aunque con un obligado tinte socialdemócrata. Las últimas
encuestas, del día 8, situaban en segundo lugar, y muy de cerca, a Berlusconi,
que no habla de recortes ni de cerrar el déficit público, sino de rebajar los
impuestos y perdonar a los defraudadores fiscales. También pide abandonar el
euro y volver a la lira. Grosso modo, el líder de la izquierda acoge los
mensajes de la derecha y viceversa. Berlusconi hace el papel de antisistema,
con su idea de abandonar el euro. Nada, eso sí, como Beppe Grillo, cuyas
propuestas son tan alocadas y desastrosas que da lo mismo mencionarlas. Y
Monti, que todavía concita de un 12 a un 15 por ciento de los votos, está en
cuarto lugar.
Así como Francia supone un riesgo
económico claro, reforzado por el hecho de que el electorado no quiere un giro
en la política, Italia supone un grave riesgo político. La política de
austeridad, aunque muy limitada, funciona. Pero tiene que ser consistente.
Si un país como Italia se echa atrás, si pone en riesgo el euro o amenaza con
hacerlo saltar por los aires, el mercado reaccionará. Los inversores no tienen
por qué invertir en Europa. El mundo es muy amplio. Asia crece endiabladamente.
Iberoamérica va por barrios, pero hay países muy interesantes. Qué decir de los
Estados Unidos. O de Oceanía. África está emergiendo consistentemente desde
hace década y media.
Si la frágil confianza en que los
europeos reconduciremos la crisis financiera, económica y fiscal, se quiebra,
el dinero huirá. Y lo hará de nuestro país que, pese a todo, sigue teniendo
graves problemas. Y sin capital no hay recuperación. Y sin recuperación, todo
lo hecho hasta el momento servirá, pero no para mucho. Y tendremos que
profundizar en el camino de las reformas y, sí, también en el de los recortes.
En un entorno más recesivo, y con crecientes protestas en la calle. Nuestra
recuperación está en el aire. Y depende, aunque no enteramente, del buen
sentido de los votantes y de la clase política italiana. Nada menos.
Enlace articulo original: http://www.elimparcial.es/cronica_economica/que-se-juega-espana-en-las-elecciones-italianas-119148.html
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