domingo, 21 de abril de 2013

Deep web, El otro lado de internet



CRISTINA GARCÍA

El Internet que la mayoría de usuarios conoce es sólo una parte ínfima del contenido real que se esconde en la red: información clasificada, páginas olvidadas y actividades delictivas se ocultan de los ojos de los motores de búsqueda convencionales.

Siempre que alguien pide una representación de Internet, los expertos recurren a la imagen de un enorme iceberg: en la superficie, toda la información al alcance de cualquier usuario a través de buscadores como Google, Yahoo o Bing!, y bajo el agua, escondido a los ojos de la mayoría de navegantes, una enorme masa de tamaño indefinido, con un fondo profundo y oscuro en el que muy pocos se atreven a adentrarse. Las entrañas de Internet fueron bautizadas como red profunda en 2001, debido a que es la parte del contenido no indexado por los principales medios de navegación superficial, los motores de búsqueda. A pesar de que muchos pueden pensar que nada escapa a Google, lo cierto es que millones de páginas son invisibles a su lupa. El motivo se divide generalmente en tres factores.

El primero es técnico e involuntario, y es debido a una falta de actualización, lo que ha llevado a páginas de cierta antigüedad a caer en el olvido para los buscadores. El segundo caso es el de los sitios privados y protegidos o aquellos que contienen documentos en formatos que no pueden ser indexados. En estos dos casos, los potentes motores no encontrarán forma de leer o acceder a los datos. El otro caso es el de la decisión deliberada por parte del desarrollador de no ser revisado periódicamente por los robots que indexan información.

Territorio sin ley

La gente tiende a pensar que aquello que no ve, no existe, por lo que no pocos creen que el concepto deep web no es más que una leyenda urbana como tantas otras que circulan por la red. Sin embargo, en realidad existen páginas que no desean ser encontradas por la mayoría de navegantes, siendo el caldo de cultivo perfecto para llevar a cabo actos delictivos, pues todo está permitido por el anonimato que proporciona la red: pedofilia, tráfico de drogas y hackeo profesional son solo algunas de las prácticas más usuales, pues según se baja uno tiene la sensación de adentrarse en el mismísimo infierno. Manuales de guerrilla, procedimientos para envenenar, narcotráfico, nazismo, lavado de dinero, compra de artículos robado, imágenes de tortura y sicarios conforman parte del contenido secreto y demente con el que puedes cruzarte si eres de los curiosos que desean conocer el otro lado.

La red profunda ha sido clasificada en varios niveles que representan la dificultad de acceso a ella, la frontera entre la superficie y lo oscuro es marcada por páginas de fácil acceso donde en ocasiones se cuela contenido indeseable. 4chan, uno de los foros de imágenes con más tráfico del mundo, es un claro ejemplo fronterizo, pues ha sido denunciada en muchas ocasiones por el contenido ilegal que suben algunos de sus usuarios.

Acceder a los primeros niveles de la web invisible es relativamente sencillo, aunque no podrá hacerse a través de navegadores como Firefox, Explorer o Crome, que son fáciles de rastrear. La llave de acceso se llama TOR, y es un ‘navegador especial’, que permite leer a los usuarios contenido impensable, y lo más importante, borra las huellas del visitante. Cada acción que llevamos a cabo en Internet deja un sendero, pudiendo ser rastreados con facilidad si llevamos a cabo actos delictivos, pero TOR consigue mantener el anonimato de los navegantes y ocultar sus movimientos, cosa que en muchos casos provoca que algunas atrocidades permanezcan impunes.

Esa facilidad para esconderse, permite a la pedofilia campar a sus anchas en la red profunda. A la entrada a estas páginas se explica el contenido que puede encontrarse allí, y lo más sorprendente, se advierte que cualquier usuario que trate de recriminar las acciones que se llevan a cabo será expulsado fulminantemente, dando a entender que en las profundidades no hay hueco para la ley.

Este contenido mantiene en jaque a los servicios de seguridad de todo el mundo, el propio FBI tuvo que suspender una operación contra la pornografía infantil en junio de 2012, al ser incapaz de rastrear su origen por culpa de TOR. Incluso los activistas Anonymous, que conocen perfectamente el funcionamiento de la deep web, declararon la guerra hace años a las páginas que subían contenido de abuso a menores a través de la operación DarkNet, llegando a desmontar ‘Lolita City’ y publicando el nombre de más de 1600 usuarios que frecuentaban la página.

La web profunda es también un mercado negro, donde millones de dólares se mueven en transacciones que los usuarios desean mantener en privado, o en compras ilegales. Silk Road, es el mayor mercado de estupefacientes de Internet, un lugar de encuentro para la compraventa de artículos prohibidos y para aquellos usuarios que desean mantener el anonimato en sus compras. En ‘la ruta de la seda’ se puede vender cualquier cosa, en recientes estudios se ha estimado que tiene un volumen de negocio superior a 22 millones de dólares al año, y países como Australia detectan con frecuencia cartas con droga proveniente de la página.

Al contrario que la mayoría de tiendas online, cambia de dirección con cierta regularidad y está diseñada para garantizar el anonimato en las transacciones, tanto de los que compran como de los que venden, por lo que la tienda actúa como intermediario, guardando el dinero hasta la recepción del artículo, que en la mayoría de casos suele ser cannabis y derivados.

Las fuertes medidas de seguridad con las que cuentan páginas como Silk Road de nada servirían si fuese posible rastrear el flujo de dinero entre comprador, tienda y vendedor. En ninguna de estas compras suele usarse dinero real, sino Bitcoin, una moneda ficticia, cifrada y descentralizada, que permite hacer transacciones anónimas de grandes sumas de dinero mediante Internet.

Wikileaks

Las posibilidades de interceptar fraudes y blanqueos con esta moneda son mínimas, lo que ha invitado a muchos a lucrarse de forma ilegal en internet. Si se bucea con cierta asiduidad por la deep web, puedes cruzarte con páginas que proporcionan cuentas de Paypal robadas por unos pocos bitcoins, sicarios dispuestos a todo a cambio de dinero o información clasificada a la venta al mejor postor.

No todo el contenido que se encuentra en la red profunda debe ser clasificado como malo. También se trata de un arma muy frecuente y potente contra la censura de algunos países, que persiguen a aquellos contrarios al sistema político de turno. La primavera árabe es un claro ejemplo de la buena utilización del internet del subsuelo, a través de foros imposibles de rastrear por el Gobierno, miles de egipcios contaban su experiencia al resto del mundo y trataban de organizarse en secreto.

Cuando WIkileaks fue vetado en la mayoría de servidores de las webs de la superficie, también pasó su contenido a páginas imposibles de rastrear, para que los propios usuarios difundiesen de forma masiva el contenido, por lo que sin la web profunda no habría sido posible la filtración clasificada que puso en entredicho a los gobiernos de medio mundo.

Nadie puede negar que en las profundidades no existen las limitaciones y falta de libertad que marcan las páginas de la superficie. Lástima es que el secretismo y el anonimato haya hecho florecer más malas acciones que buenas.

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