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Fracaso de la convocatoria de la Plataforma ¡En Pie!, que reconoce la falta
de apoyo social
L. L. Álvarez / C. Castro. Madrid.
Ni las piedras, ni las bengalas, ni las botellas de
cristal lanzadas contra los agentes... el Estado de Derecho no sufrió merma
alguna por la actitud beligerante de los más radicales. Llegados a última hora
de la tarde los violentos intentaron, sin éxito, incendiar una protesta de la
que, acertadamente, se habían desvinculado otras plataformas como el 15-M o
Afectados por las Hipotecas (PAH), que, en un principio, tenían pensado acudir.
Y es que, desde un principio, la finalidad de los radicales estuvo muy clara.
Era una convocatoria abocada al fracaso. El 25-A se
fue desplomando conforme llegaba el día. Tanto es así, que apenas1.200
personas, según la Dirección General de la Policía, acudieron ayer a la llamada
de «Asedio el Congreso». Las detenciones realizadas por la Policía días antes
en las que interceptaron cócteles molotov y otros artefactos dieron buena muestra
de la finalidad que enmascaraba esta llamada ciudadana. Los de siempre, los
radicales, tenían un objetivo claro: armarla.
El reloj gigante de un hotel situado en la plaza de
Cánovas del Castillo marcaba las 20:30 clavadas justo en el momento en que la
primera botella de vidrio era arrojada a los agentes de la UIP que se
encontraban tras las vallas. Las mismas que impedían que los manifestantes
accedieran al Congreso.
Todo apuntaba a que, en esta ocasión, los radicales
habían planeado hasta la hora exacta en que debía comenzar actuación. Y, como
ya había previsto también la Policía, este vez no se trataría de ataques más o
menos espontáneos. Tan sólo dos segundos después de ese lanzamiento, los
radicales apostados en primera línea de fuego comenzaron a tirar petardos,
bengalas y piedras. La respuesta de los agentes de la Unidad de Intervención
Policial fue inmediata. Se había superado la fase 3, y los altercados estaban a
punto de producirse. Bien abrochado el casco y colocada la armadura (ese
chaleco antitrauma que impide la movilidad), los antidisturbios abrieron la
valla que protegía a los leones de las Cortes y, por ende, a sus señorías.
Llegó la primera carga policial de la noche.
La tranquilidad que había imperado durante la tarde se
tornó en tensión en la plaza de Neptuno. Un nutrido grupo de manifestantes se
encaraba con los agentes, a los que insultaban y lanzaban piedras y petardos,
arrasando con el mobiliario urbano. Los radicales, viendo que no obtenían la
respuesta buscada, optaron entonces por formar varias barricadas con la
intención de prenderle fuego. La Policía intervino antes de que lo
consiguieran. Y tras la primera carga policial, llegó la huida hacia la
glorieta de Carlos V y la estación de Atocha, en la que, como viene siendo
costumbre, se vivió una auténtica batalla campal, con el lanzamiento de todo
tipo de objetos y con numerosas cargas policiales.
Las idas y venidas de los furgones policiales eran
constantes. Los comerciantes de la zona, que habían disfrutado de la tarde
tranquila, se vieron obligados a cerrar al ver la que estaba cayendo. Los
antidisturbios intentaban, sin éxito, disolver a los manifestantes que corrían
de un lado para otro y se metían por las calles aledañas. Y todo esto, mientras
esquivaban las bolas de billar que les lanzaban los radicales.
El balance total de detenidos, al cierre de esta
edición superaba la treintena. Sólo en la tarde de ayer, antes de comenzar los
altercados, la Policía ya había detenido a quince personas. Entre ellos, un
menor de origen suramericano que llevaba una mochila con pasamontañas, un rollo
de papel aluminio, un petardo de 15 centímetros, una bandera anarquista con
palo de hierro, un bote de ácido y una bolsa con piedras. Así como información
en su móvil para realizar una especie de cóctel molotov. También fue arrestado
un «bukanero» (hincha violento del Rayo Vallecano) que portaba un cuchillo.
Tras los altercados, esta cifra aumentó
considerablemente. Los antidisturbios arrestaron a otros quince manifestantes,
a los que acusaron de desórdenes públicos.
Las armas
- Bolas de acero
Llevaban bolas de acero para lanzar contra la Policía
- Nivea «antivisión»
Además de transmisores para comunicarse y líquido
inflamable, llevaban crema para echar en la visera del caso de los agentes e
impedir su visión
- Pinchos
Algunos detenidos también llevaban varillas con punta
afilada escondidas en los pantalones para agredir a policías.
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