Ilustración: Santiago Sequeiros
- Según expertos, la preocupación no es su consumo,
sino la forma de hacerlo
- Es fundamental que exista detrás una buena
educación sexual
Beatriz G. Portalatín | Madrid
No sólo para adultos existe la pornografía. También los jóvenes son
partícipes de ella, y cada vez más, debido a la gran difusión de las nuevas
tecnologías. Los contenidos empiezan a proliferar desde edades tempranas y a
pesar de que, según los expertos, no todo es malo, se deben conocer y tomar las
medidas oportunas.
"La pornografía está por todos lados, es sexo explícito y
mecánico", afirma a ELMUNDO.es Rosa Collado, psicóloga y especialista en
sexología y psicoterapia integradora del centro madrileño de Psicología Álava
Reyes. El paso, dice, de lo erótico a lo pornográfico es una línea
muy fina que depende de la percepción subjetiva del observador.
Así, expone que hay diferentes categorías o tipos de pornografía que un
adulto puede entender pero que por el contrario a un joven pueden confundir,
pues muchas veces el contenido que muestra no coincide con la realidad.
Y ahí es donde radica el problema.
Así lo expresa también el doctor, sexólogo y terapeuta Carlos San Martín,
coordinador del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA y
secretario general de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual.
"La pornografía es y ha sido siempre una forma de estimulación erótica
y de aprendizaje, pero el problema puede surgir cuando éste se aleja mucho
de la realidad y los jóvenes se educan sexualmente basándose en expectativas
irracionales y en modelos distorsionados".
Consumo en cifras
Así, un reciente estudio, realizado por investigadores de la Universidad de
Copenhague (Dinamarca) y publicado en la revista científica 'The Journal of
Sexual of Medicine', revela que, en una muestra de 4.600 jóvenes de 15 a 25
años que vivían en los Países Bajos, el 88% de los varones y el 45% de las
mujeres habían visto material sexualmente explícito a través de internet,
revistas, vídeos, televisión, y/u otros medios, en los últimos 12 meses.
"Los estudios publicados en relación al consumo de material
pornográfico en Europa, realizados en los últimos años, no arrojan diferencias
significativas entre los distintos países", asegura el doctor. Pero en
cambio, donde sí aparecen diferencias es en EEUU. Cerca del 95% de los varones
de este país reconoce consumir pornografía, según un estudio publicado en 2011.
Los responsables de esta investigación aseguran que existe una asociación
directa entre el consumo y los comportamientos sexuales futuros de los jóvenes,
pero que sólo es un factor más a añadir entre otros muchos.
Por su parte, Rosa Collado asegura que esta relación directa se debe a que
los medios de comunicación actúan como modelos de comportamiento. "En
ocasiones, sólo buscará algo que le ayude a desarrollar su fantasía y lo
utilice como potenciador de su deseo. En otras, se formará una idea de lo que
ve y que si no cuestiona puede alterar su propio criterio y comportamiento
de adulto". Pero no hay unos motivos ni un perfil concreto que
determine cuándo, cómo y por qué empiezan a consumir los adolescentes este tipo
de contenidos eróticos. Tan sólo es por pura curiosidad.
Saciar la
curiosidad
El adolescente con una carga hormonal explosiva en su sangre y una
curiosidad por conocer su cuerpo, explica Collado, consumirá un alto porcentaje
de este tipo de información. Y además, en la actualidad es muy sencillo tener
acceso a ella. A veces, pueden comenzar muy pronto, "incluso en la
preadolescencia". Pero realmente, no hay edad concreta ni exacta, sino
"un momento de su madurez psicosexual que viene marcado por su
curiosidad", añade San Martín.
Tanto es así, explica la especialista, que muchas veces se deja al niño o
joven delante de la televisión solo, sin ningún adulto que le ayude a charlar
sobre los juicios que emite o sobre la validez de las conductas éticas que se
están transmitiendo a los hijos.
Los principales problemas de ciertos tipos de consumo son: que distorsione
la realidad, que esté carente de valores afectivos y que esta muestra constante
de conductas potencie un inicio precoz en las relaciones sexuales, sin tener en
cuenta una buena información sexual y una decisión responsablez.
Por tanto, mantiene, si no existe una educación sexual plena, "la
tendencia a obtener información por otros medios -donde se obtenga de forma más
explícita- aumentará". A pesar de ello, anima a sacar todo el provecho
positivo que dan las nuevas tecnologías y a fomentar el diálogo y la escucha
activa entre padres-hijos. "Hay que potenciar la capacidad de
discernimiento del joven, intentando compartir programas televisivos o incluso
'realities', donde se pueda potenciar la comunicación sobre las creencias de la
familia en determinados temas, rescatando lo positivo y dialogando sobre lo que
vulgariza o va en contra de las personas".
No siempre es mala
Pero no debemos, asegura por su parte San Martín, demonizar ni la
pornografía ni su consumo, ya que "son simplemente posibilidades". Lo
que tiene que haber, por tanto, es una buena educación sexual para que el
adolescente no se confunda y tenga presente que lo que está viendo es tan sólo
una forma más de estimulación. Por ello, advierte que no podemos olvidar que es
cine, que es algo ficticio creado para el entretenimiento y la excitación
sexual. Sólo eso. "Ni educa ni enseña por sí mismo", insiste.
Si no hay una buena educación sexual detrás, "algunos tipos de
pornografía puede generar en el adolescente una importante frustración e
incluso la aparición de algunas disfunciones sexuales, consecuencia del
sentimiento de miedo al fracaso o a no estar a la altura de esas expectativas
tan alejadas de la realidad", aclara.
De este modo, el doctor concluye que la
preocupación no es su consumo, sino la forma de hacerlo. "Que no se
convierta en la única forma de vivir la sexualidad ni en la referencia a
seguir, porque ni lo uno ni lo otro nos facilitará una sexualidad sana".
Enlace articulo original: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/04/25/noticias/1366914229.html
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