El Rey Juan Carlos junto a su hija la
Infanta Cristina (i) y su esposo Iñaki Urdangarin (Efe).
Si hay alguna actividad que desarrolla Caixabank que hace
llorar literalmente a su presidente, Isidro Fainé, es la
Obra Social y la Fundación La Caixa, organismos filantrópicos
dedicados a ayudar a las personas más desfavorecidas. Su compromiso con los
colectivos más débiles es tal que incluso con la crisis bancaria golpeando la
cuenta de resultados, el primer ejecutivo del grupo bancario ha mantenido el
presupuesto de su pulmón solidario en 500 millones de euros anuales.
Sin embargo, uno de sus empleados más insignes de la Obra Social lo va a
poner en un brete, una persona obsesionada con la reputación, con los valores y
con la percepción de la marca. Porque la imputación de la infanta doña Cristina
de Borbón pone en cuarentena el espíritu y la letra del código ético de Caixabank, cuya estricta aplicación podría
suponer la salida de la que todavía es directora del Área
Internacional de la división benefactora de La Caixa.
Según dicho articulado, “la reputación de CaixaBank depende de la
percepción que consiga generar en la sociedad, a través de la
actividad desarrollada por la entidad en todos sus ámbitos de actuación, y de
la conducta de sus empleados y miembros del órgano de administración”. Y como
reconocen expertos en Responsabilidad Social Corporativa (RSC), que piden
guardar silencio, la incriminación de la duquesa de Palma no beneficia en
nada al banco barcelonés.
Aunque el trabajo de la hija del Rey –se incorporó a la Fundación en
1993- no está relacionado con el negocio bancario tradicional de La Caixa,
el código ético pone de manifiesto que ningún empleado puede beneficiarse en el
ejercicio de actividades privadas del nombre de la institución, “especialmente
si pueden tener una repercusión pública”, obligación que ahora queda en
entredicho porque el papel de la Infanta enNoos puede vincularse
con su rol como directiva de Caixabank.
La entidad presidida por Isidro Fainé, que mantiene una afectiva relación
con don Juan Carlos, prefiere guardar silencio sobre el futuro de doña
Cristina. La mujer deIñaki Urdargarin se reintegró al trabajo en la
Obra Social el pasado 3 de septiembre, después de que el escándalo judicial
sobre los negocios de su marido les aconsejara dejar su domicilio en Washinton
y regresar a Barcelona.
En la Ciudad Condal han vivido durante años en un palacete en la zona
noble de Pedralbes, una mansión de más de 1.000 metros
cuadrados útiles repartidos en dos plantas, con un jardín de 1.300 metros
cuadrados con piscina y un semisótano con tres plazas de garaje. Urdangarin y
la infanta Cristina compraron la vivienda en 2004 por seis millones de euros,
después de que la Caixa les concediera un crédito hipotecario de
cinco millones, a devolver en un plazo de 30 años. Esa línea de
financiación tenía una carencia de cuatro años, por lo que durante ese
periodo no tuvieron que hacer frente a la amortización del principal.
Gracias a esta cláusula, el matrimonio había hecho frente a sus pagos hasta
el pasado mes de diciembre. Los duques de Palma habían devuelto cerca de 1,5
millones, hasta que a principios de este año dejaron de abonar la cuota
mensual. Por lo tanto, se han convertido en clientes morosos de
La Caixa, para la que trabaja la hija menor, cuyo código interno aconseja
extremar “las normas de concesión de riesgos a personas vinculadas con
la entidad”.
Un documento según el cual “CaixaBank respeta la vida privada de sus empleados/as,
directivos/as y miembros de su órgano de administración sin inmiscuirse en las
actividades o conductas que observen fuera del ámbito de trabajo en la entidad,
siempre que dichas actividades o conductas no afecten al buen nombre
de CaixaBank o a sus intereses legítimos”. Ahora, Fainé deberá decidir si
la imputación de la Infanta mancha ese buen nombre por el que tanto se preocupa
el presidente.
Otras empresas cotizadas han vivido recientemente experiencias similares.
Una esIberdrola, que contrató a Ángel Acebes dos meses antes de ser
imputado por la insolvencia de Bankia. Lo mismo le pasó a Rodrigo Rato, también
señalado con el dedo de la Audiencia Nacional, el cual fue incorporado a
principios de año porTelefónica como miembro de su Consejo internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario