«Es mejor para los catalanes estar en
España; para los vascos estar en España y para España contar con Cataluña y el
País Vasco»
El ministro, durante la entrevista Gonzalo
Pérez
Fernando Cancio. MADRID.
El ministro de Defensa es un hombre serio y tranquilo.
Sabe lo que quiere, lo que tiene y lo que puede conseguir. Para Pedro Morenés
(Guecho, 1948) la seguridad de España es más que una obligación y quiere pelear
hasta el último céntimo para garantizar que no se verá mermada. Orgulloso de
las Fuerzas Armadas y de sus hombres, se le llena la boca cuando habla de
ellas. Reconoce su labor, su esfuerzo y sus sacrificios, y sabe que en tiempos
de crisis no le van a fallar. Dos imágenes, de dos momentos destacados de esta
etapa en la que se estrenó hace un año y tres meses, llaman la atención en la
mesa de su despacho. En una está con el Príncipe de Asturias en el que ya es el
ex portaaviones de la Armada. En la otra, junto a Zainab, la niña afgana a la
que salvaron en España de perder las piernas y con la que se reencontró en
diciembre en Afganistán. La primera muestra la realidad de la crisis, la que
obliga a dar de baja el buque insignia de la Flota. La segunda, la cara más
humana de una guerra. Dice que no tiene quejas, sólo «alguna preocupación». No
le gustan las polémicas políticas ni los rumores y tiene más que claro que una
España unida es mejor para todos, «incluidos vascos y catalanes».
–En todo este tiempo al frente de un
Ministerio que cada vez tiene menos presupuesto, ¿qué sensaciones tiene?
–Tengo la sensación de que hemos llegado a un fondo
que objetivamente ya es muy bajo. Eso nos lleva a dos planteamientos. Un
planteamiento solidario con la sociedad, que también está haciendo un esfuerzo,
y nos obliga a una gestión absolutamente eficiente para sacar el máximo
rendimiento a unos recursos que son realmente escasos. Ésa es la sensación
inicial. Es decir, tenemos recursos escasos que tenemos que ir incrementando y,
segundo, con lo que tenemos, tenemos que hacer lo mejor posible. Y no podemos
descuidar la defensa y la seguridad nacional, que es el deber fundamental de un
Gobierno con la sociedad.
–¿De qué se siente orgulloso?
–De las personas que cooperamos todos los días para
tener una mejor defensa. Y, por supuesto, me siento orgulloso de las tareas que
están realizando las Fuerzas Armadas en los escenarios en los que están, fuera
y dentro de España. Es un orgullo compartido con la inmensa mayoría de
españoles.
–¿Su gran queja es?
–No tengo quejas. Tengo alguna preocupación, sobre
todo porque intento que la sociedad entienda la importancia de la seguridad y
la defensa para el desarrollo de la propia sociedad. Y me preocupa que haya esa
desvinculación entre el concepto de la seguridad y la defensa y el concepto del
bienestar social, entendido como una sociedad que progresa armónica, política,
social y económicamente. Son dos conceptos que están extraordinariamente
ligados.
–¿Qué necesitan los Ejércitos y la
Armada de cara al futuro con esos términos nuevos que surgen como brigada
polivalente, ciberdefensa, UAV...?
–El Ejército de Tierra viene haciendo desde hace mucho
tiempo y de manera ejemplar unas adaptaciones de su estructura a la realidad
económico-financiera, pero también a las nuevas doctrinas operativas. ¿Qué le
hace falta? Primero, no perder su impulso renovador. Lo peor que nos puede
pasar es creer que hemos llegado al final. Si ese espíritu no desaparece, haya
más recursos o haya menos, tendremos unas Fuerzas Armadas operativas y
eficientes. Desde el punto de vista de armas, menos teórico, el Ejército de
Tierra tiene algunas necesidades de tipo sistemas. En estos momentos estamos
mirando algo que me parece inteligentísimo, que es la brigada polivalente. Hoy
en día la realidad es tan compleja que la polivalencia es la respuesta pura del
sentido común ante esa realidad compleja. No se pueden estar creando cosas en
función de, sino tener una cosa que sea aplicable, a lo mejor no es perfecta al
cien por cien, pero al 80 es aplicable a diez cosas distintas. Los nuevos
programas de Tierra irían más a vehículos de ruedas, a la readaptación de los
famosos BMR a lo que puede ser el nuevo vehículo de ruedas.
–¿Y el Ejército del Aire?
–Tenemos que revisar el número de plataformas y
tenemos que racionalizar todo el proceso de mantenimiento, de sostenimiento de
los sistemas de armas. Significa que hay que elegir entre unos y otros. Tenemos
una evolución del F18 hacia el Eurofighter, tenemos transporte estratégico con
el A400M, tenemos que tener helicópteros de adiestramiento... pero todo tiene
que estar encaminado a un aligeramiento de las estructuras necesarias para
hacer eficiente al Ejército del Aire. Todo lo que no sea directamente necesario
para el operativo es superfluo. Y es verdad que en momentos de crisis
subcontratar fuera de las Fuerzas Armadas es todavía más caro. Hay que tener
dinero. Pero también es verdad que nuestros soldados, nuestros pilotos y nuestros
marinos son un recurso escaso y dentro de esa eficiencia que tenemos que dar
las Fuerzas Armadas, la externalización de determinadas tareas puede ser una
solución. No en todos los casos, pero hay elementos que sí. Y la industria
tiene que participar muy cerca de las Fuerzas Armadas. Los militares son
conscientes de la relevancia, la trascendencia y la responsabilidad que tienen.
Y en esto de andar delegando esa responsabilidad de la Defensa de España en
organizaciones no eficientes, no fiables o débiles no están dispuestos, y yo
tampoco. Con lo cual, hay que construir esas organizaciones con todas las
garantías de que son otro vínculo de la cadena de la defensa. La otra
prioridad, por supuesto, serían los «drones».
–¿Y la Armada?
–Hay que empezar a pensar cuál tiene que ser su nueva
plataforma. La Armada se ha dotado de unas unidades absolutamente modernas y
tiene un peso importantísimo desde el punto de vista de las plataformas.
Tenemos que sacar adelante el proyecto de los submarinos; tenemos que ver cómo
van a ser las nuevas fragatas; tenemos que incorporar sistemas más avanzados...
Pero hay que priorizar. Y dentro de esa priorización habrá que ver si es un
tema de la nueva fragata, de desarrollar algún tipo nuevo de buque, de
incorporar algún nuevo sistema de armas... Veremos qué se puede hacer.
–Pasemos a las misiones. En Afganistán,
a estas alturas, el balance parece bueno...
–Primero hay que empezar honrando a los que han dado
su vida allí y luego hacer balance. Hecha esa honra, el balance es bueno, porque
España ha hecho bien lo que tenía que hacer. No lo digo yo, lo dicen nuestros
aliados y los afganos, con los que estamos compartiendo riesgo, amenazas y
responsabilidades. Estoy francamente satisfecho de que habíamos planificado una
salida en el año 2010 en Lisboa que era 10% en 2012, 40% en 2013 y 50% en 2014,
y a eso le vamos a dar una vuelta muy importante.
–Ese 40% de este año, ¿tiene ya una
cifra que lo sustituya?
–Cifra no. Pero el porcentaje va a ser sustancialmente
superior. No va a ser sólo que este año hacemos el 50 y el año que viene el 40,
es decir, trastocar la cifra de un año a otro, sino que este año va a ser mucho
mayor.
–Y después de 2014, ¿se quedará España
en el aeropuerto y el hospital de Herat?
–Creemos que es muy sensato que la gente que ha estado
haciendo unas cosas a lo largo de tanto tiempo siga haciéndolas si se tiene que
quedar allí. Tenemos una gran práctica en el aeropuerto de Herat y consideramos
que nuestro apoyo más razonable sería permanecer allí.
–¿De cuántos hombres hablaríamos?
-Si la fase inicial tiene que incluir la seguridad del
aeropuerto, hablaríamos de 200 y pico. Pero creo que las fases de seguridad
tenderían a irse delegando.
–En Atalanta España acaba de ceder el
mando sin secuestros y no cesan los elogios. ¿Qué siente un ministro al oír
esto?
–Más que como ministro de Defensa, como español siento
agradecimiento y mucho orgullo. En estos días duros pocos nos felicitan. Las
Fuerzas Armadas mantienen el pabellón de España extraordinariamente alto y eso
nos dota a todos los españoles de una credibilidad que necesitamos.
–En cuanto a Líbano, ¿para cuándo el
repliegue total?
–Mi idea es que todas las misiones tienen que
terminar. Se lo dije al dimitido primer ministro del Líbano: «Llevamos mucho
tiempo aquí, es una misión eterna, pero ustedes tienen que tener su
organización militar». Hay que decir a los países que reciben esa ayuda
internacional que no es una situación permanente. Me gustaría estar fuera en
2014 o 2015. Si no se dan las condiciones, no nos iremos más de lo que nos
hemos ido ya. Pero hay que cumplir la misión. Y cumplir la misión también es
decirle al señor del Líbano «hágase cargo de esto», porque si no, uno tiene un
Ejército gratis.
–Y por último, Mali. ¿Cómo afronta
España esta operación?
–La estabilidad de Mali para España es una prioridad
estratégica. Nosotros vamos a adiestrar y a promover la necesaria seguridad a
ese proceso de adiestramiento. Es curioso, estamos en estos momentos en
Afganistán, en Líbano, en Atalanta y en Mali, y en los cuatro tenemos un
problema de yihadismo. No es fácil la lucha contra Al Qaeda. Porque el
territorio es imposible y porque adoptan miles de formas distintas, desde una
columna avanzando hasta un niño con 35 kilos de dinamita.
–¿Le han pedido más efectivos?
-Sí. Ha habido una petición por parte del presidente
Hollande de que España pueda incrementar su esfuerzo. Esto es algo que tiene
que estudiar el Gobierno. Francia necesita el apoyo, entre otras cosas porque
también tiene sus problemas económicos. El Gobierno lo va a estudiar.
–Dejemos un momento de lado la Defensa.
¿Qué le parecen las críticas a la Casa Real?
–Es muy importante reconocer a Su Majestad el Rey el
enorme servicio que la institución representada por él ha hecho a España. Poner
en tela de juicio la institución que ha servido para que España tenga el
periodo de evolución política, económica y social mejor de su historia me
parece profundamente injusto e irresponsable. No se puede abordar una situación
desde el punto de vista de unos momentos altos o bajos. Juzgar el todo por la
parte me parece injusto y un error político importante.
–El discurso independentista cobra cada
vez más fuerza en Cataluña y el País Vasco. ¿Qué pasa con la unidad de España?
–Lo que tenemos que hacer es estar cada vez más
juntos, con proyectos compartidos, respetando las diferencias pero potenciando
mucho más lo que une que lo que separa. Hay que tener ese sentido común, todos,
para tratar de consolidar una España que nos permita ser mas fuertes en Europa.
Es mucho mejor para los catalanes estar en España; para los vascos estar en
España y para los españoles contar con Cataluña y con el País Vasco.
–Volvamos a las Fuerzas Armadas ¿Cómo
van las investigaciones sobre las supuestas agresiones en Irak?
–Nosotros hicimos lo que hay que hacer. Fuimos a la
jueza togada, pusimos esos hechos en su conocimiento y pusimos a su disposición
todos los elementos que se derivaban de la visualización de ese vídeo por parte
de los expertos militares que viendo eso que se veía ahí –poco– podían decir
algo. Pero le puedo asegurar que los primeros interesados en que eso no ocurra
en las Fuerzas Armadas son las propias Fuerzas Armadas, porque les deshonra.
–En la polémica por el arresto del
subteniente Jorge Bravo y la no sanción al general Juan Antonio Chicharro se
habla de una doble vara de medir. ¿Qué diferencias hay en cada caso?
–La vara de medir es la misma. Es la Ley del año 98 de
Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas. Ésa es la vara de medir, que se
aplica a todos los militares. La diferencia entre el general Chicharro y el
subteniente Bravo es que el mando del subteniente ha considerado que había
conculcado las normas establecidas y ha incurrido en una falta grave.
Fundamentalmente por hacer reivindicaciones y por hacerlas en medios de
comunicación, y ha cosiderado que es motivo de arresto. Y le ha impuesto el
mínimo de arresto por una falta grave, que son 30 días. En cuanto al general
Chicharro, da una conferencia y se produce una noticia en un periódico en la
que se dice que el general Chicharro ha dicho unas serie de cosas. ¿Qué hago?
Le digo, como con el subteniente, a su mando natural: «Oye, quiero que analices
esto que ha hecho tu subordinado y que me hagas un expediente». Lo hace y me
dice que no se encuentra ningún elemento que conculque tanto el fondo como la
forma de la Ley de Régimen Disciplinario. También pido el informe de la
asesoría jurídica de Defensa, para tomar más elementos de juicio, y me dice que
no existen elementos de sanción. Tengo una conversación con el general
Chicharro y me pide que le cese. Y yo le ceso porque coincidimos en que ha sido
profundamente inoportuno. Ésa es la diferencia. Primero, la misma vara de
medir; segundo, informes en los dos sitios, y tercero, ya hay una diferencia, a
uno le imponen una sanción y otro se la impone él.
–Para terminar, ¿cómo ve al Gobierno de
Mariano Rajoy?
–Lo veo convencido de que merece la pena el esfuerzo
que estamos haciendo todos y cada uno de sus miembros para sacar adelante a
España. Y muy ilusionado.
–La situación económica no es la mejor,
pero ¿a que no está dispuesto a renunciar?
–El Gobierno es muy consciente de esta obligación que
tiene de garantizar la seguridad y la defensa de los españoles, de sus
instituciones, de su Estado de Derecho... Pero España tiene que tener presente
que no podemos estar en los sitios donde hemos elegido estar, en Europa y en la
OTAN, y no contribuir con los mismos niveles que otros paises que también están
pasando por dificultades. No podemos pedir que alguien se responsabilice de
nuestra seguridad cuando no cumplimos con el deber esencial de ser los primeros
responsables de esa seguridad.
–Los Ejércitos y la Armada han sufrido
recortes y la cúpula militar habla de una línea que no se puede cruzar. ¿Cómo
les anima? ¿Pueden afectar a la seguridad?
–Les pido que me digan la verdad. Es una fórmula
extraordinaria para generar confianza. Y yo también decirles la verdad. Los
militares son conscientes de la situación y muy solidarios con ella. Pero
también tienen una tarea, una responsabilidad en la que son instrumento
esencial, y lo que hacemos es decirles exactamente cuál es la situación, hasta
dónde se puede tratar de estirar la cuerda y a partir de qué momento se rompe.
Tenemos un límite, especialmente contrastado, de que el estiramiento mayor nos
llevaría a unas degradaciones de las capacidades de defensa preocupantes. Y
piénsese también que llega un momento en que si la inversión baja de unos
determinados mínimos ya es inútil. Acabaríamos teniendo unas Fuerzas Armadas
huecas, es decir, unas estructuras que no fuesen operativas. Mi mensaje es que
lo que tengamos tiene que estar al cien por cien operativo.
–Está recorriéndose medio mundo
promocionando la industria militar. ¿Es esa industria la solución a la crisis?
–Siempre digo que ahora ayudo a vender lo que no puedo
comprar. La industria de Defensa es un elemento esencial en la defensa nacional
y es una responsabilidad del Ministerio de Defensa promover su competitividad,
su capacidad exportadora y su excelencia tecnológica. Y requiere de un mercado
que le permita investigar, mejorar sus procesos productivos y acceder al final
a ese mercado. El Gobierno ha tomado una decisión importantísima, que es abrir
las posibilidades de que haya acuerdos gobierno a gobierno que garantizan y dan
una especial credibilidad a la exportación de la industria de Defensa, porque
hay gobiernos que exigen tener una relación con otro gobierno. La conciencia
del equipo de Defensa es que hay que ayudar a la industria nacional a
consolidar una estructura que le permita tener la masa crediticia suficiente
para competir con los grandes monstruos de la industria de defensa que hay en
el mundo.
–¿Habrá más buques como el «Cantabria»
que se cedan a otros países?
–La experiencia del «Cantabria» no ha podido ser
mejor. Acabo de recibir el parte del mando australiano sobre la vinculación y
la cooperación a bordo de las marinas australiana y española, y no puede ser
mejor. Las opiniones técnicas son excelentes y el ministro Smith ha dicho que
está interesadísimo en la posibilidad de construir dos «Cantabrias».
–Su Departamento preparaba un informe
sobre inmuebles y patrimonio militar. ¿Hay ya alguna «lista negra» de qué
sobra?
–Hay cosas que en estos momentos no son útiles para
las Fuerzas Armadas. Me refiero a elementos de infraestructura. Hemos
organizado un equipo que está estudiándolo y me presentará, espero que el mes
que viene, un plan de infraestructuras con dos objetivos. Primero, decir qué
cosas no son eficientes porque no son útiles, es decir, lo que está y nadie
sabe por qué. Y hay otras cosas que tenemos que readaptar por la crisis. Hay
una tercera serie de cosas que son las readaptaciones que requieren una
inversión. Es decir, para poner una brigada en vez de en cuatro localizaciones
en una, hay que hacer unos acuartelamientos y eso significa inversión. Es
verdad que se podría construir con los productos de la venta de algunos
inmuebles, terrenos o cuarteles pero la situación desde del mercado
inmobiliario es complicada. Lo único importante es saber qué necesitamos y qué
no. Luego ya veremos como empezamos a procesar el convertir lo que no
necesitamos en capacidad económico financiera. Pero es importante que la gente
haga un análisis de que las Fuerzas Armadas lo que tienen es que ser y no tanto
estar. Eso significa operatividad. Y la operatividad consiste en ser eficientes
y eficaces, y para ello los recursos han de ir destinados a esos puntos y no a
otros.
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