sábado, 6 de abril de 2013

LA INFANTA CRISTINA SE SEPARARÁ DE IÑAKI URDANGARÍN


DESENGAÑADA DE  IÑAKI, SE SEPARARÁ

La mayoría de las revistas del corazón llevaban esta semana en su portada las fotos de las infantas Leonor y Sofía, con sus miradas limpias y sus vestidos nuevos de flores. Mirando hacia su brillante futuro, abonado con las mejores condiciones para hacer de sus vidas una primavera eterna. En los archivos hay multitud de fotos similares de las infantas Elena (49 años) y Cristina (47) cuando eran niñas. Las hijas del rey partían con ventaja en esta vida y, sin embargo, a la vuelta de la esquina se les nubló el destino. Hoy, ambas tienen el dudoso honor de haber grabado su nombre en la historia de la Corona con dos récords: en el caso de Elena, se trata de la primera infanta legalmente divorciada; en el de Cristina, la primera que es imputada por una causa judicial. Son pioneras... a su manera.
Cristina, que fue siempre la más espabilada de las dos a juzgar por las crónicas, puede sumarse en breve también al divorcio. Así lo informábamos la semana pasada en nuestra portada y así lo mantienen fuentes solventes a LOC. La infanta ha experimentado un cambio sustancial en su relación con Iñaki Urdangarin. «Él ya le ha contado lo que va a salir en los correos de Torres. Lo del engaño ya lo debe tener asumido», deslizan. Al parecer, en dichos e-mails se revela una infidelidad continuada del duque con otra mujer. Por supuesto, el juez se ha negado a admitir a trámite correos de carácter íntimo pero, tal y como sus amigos susurran a este suplemento, doña Cristina ya debe conocer el contenido de los citados mensajes y, por lo tanto, está al corriente del desliz. ¿Qué pasaría si, finalmente, se filtran los correos? «Ella es muy tajante y siempre ha estado muy enamorada de Iñaki. Pero... no creo que le guste que su matrimonio quede en evidencia después de todo lo que está pasando por él».

Otra fuente va más allá: «Antes estaba muy enamorada de su marido y por lo tanto era difícil marcar una estrategia de desmarque público e institucional. Ahora esto ha cambiado, ella se ha desengañado de Urdangarin, podríamos decir que se ha caído del guindo, sobre todo a raíz de la supuesta infidelidad. También por la forma tan inadecuada de mofarse de su condición [recordemos al duque em...pal...mado] en los correos».

Según esta misma persona, «la tensión en la pareja es total, aunque disimulan por los hijos, que son lo que más les importa a ambos, pero la brecha parece irrecuperable». La infanta no le perdona a Iñaki que, además de involucrarla a ella y a su familia en el caso Nóos, circulen en boca de todos sus deslices. «Ésa ha sido la gota que ha colmado el vaso y el hasta aquí hemos llegado. Parece dispuesta a separarse, pero ahora su imputación no lo hace aconsejable, por lo que tendrá que esperar a que su situación jurídica se aclare para tomar esa decisión que, por otro lado, ya tiene muy madurada».
Lo cierto es que si, tal y como le recomendaban desde Zarzuela, la infanta hubiera decidido separarse antes, la imputación se hubiera antojado menos probable pues hubiera supuesto un cortafuegos. «Lo de Cristina es una tragedia porque siempre ha estado tan embelesada con Iñaki... Pero ella se ha empeñado en estar con él contra viento y marea».

Quizá Elena y Cristina hablaran de ello la fatídica tarde del miércoles, cuando se conoció la imputación de la menor. A la misma hora en que la infanta Cristina se reunía con Mario Pascual Vives, el abogado de su marido, en su casa de Pedralbes, el secretario fiel -y también imputado- Carlos García Revenga le hacía una visita a la infanta Elena en su domicilio del barrio del Niño Jesús, en Madrid. Esa tarde fueron los escoltas quienes acudieron a buscar a Froilán al colegio donde estudia.

En lo personal, Elena ha tomado partido por su hermana, y se ha convertido en su único apoyo. Precisamente, la pasada Semana Santa estuvieron esquiando juntas en Baqueira, tal y como atestiguaron algunos de los asiduos a la estación de esquí. «Se la veía [a Cristina] muy alicaída y triste. Muy seria. No se ha dejado ver en ninguna cena, ni en ningún restaurante. Apenas ha hecho planes, más allá de salir a esquiar con sus hijos y estar todo el tiempo con su hermana Elena, y eso que en Baqueira había muchísima gente que antes la trataba a menudo». Iñaki también estaba, aunque apenas se dejó ver.
 
La soledad en la que mora la infanta Cristina se evidencia con sus palabras. Textuales: «La gente no nos quiere porque piensa que estamos infectados». Ésa es la sensación que tiene, según los amigos que la han frecuentado en las últimas semanas. «Infectados» es una palabra que el círculo cercano a la hija del rey le ha escuchado pronunciar en varias ocasiones. Se siente sola.

Uno de los pocos remansos de paz lo encuentra en su empleo en La Caixa, donde trabaja desde 1993, hoy como directora del Área Internacional de la Obra Social. De la duquesa de Palma dependen ocho personas. Todas ellas con un largo recorrido profesional junto a ella como equipo. Es imposible arrancarles una mala palabra sobre su jefa, tal es su fidelidad. El miércoles, cuando se conoció la imputación, la infanta estaba allí y ha seguido acudiendo a su trabajo con normalidad. Fuentes de La Caixa confirman que «su actividad no ha parado en ningún momento», pese a los problemas legales a los que se enfrenta. No se prevé una reacción inmediata de la entidad, cuyo código ético no prohibe expresamente tener contratadas a personas «imputadas», pero sí puede suponer un quebradero de cabeza. Según esa norma interna, «la reputación de CaixaBank depende de la percepción que consiga generar en la sociedad, a través de la actividad desarrollada por la entidad en todos sus ámbitos de actuación, y de la conducta de sus empleados y miembros del órgano de administración». Es un asunto delicado porque la Obra Social es la joya de la corona de la entidad catalana, que destina 500 millones de euros anuales a su pulmón social. Si prospera la imputación, la infanta podría verse obligada a dejar su trabajo.

Es una posibilidad muy remota. Según ha podido saber LOC, todos los asesores legales consultados por la Casa Real están transmitiendo tranquilidad al rey. Los últimos pasos legales del caso parecen confirmar esa pauta. Prevista para el 27 de abril, la declaración de la infanta Cristina quedó suspendida ayer a la espera de que la Audiencia Provincial de Palma se pronuncie sobre el recurso del fiscal, quien no aprecia «indicios incriminatorios». La misma Audiencia que ya se manifestó hace un año en contra de que la infanta tuviera que declarar.

La imputación de la infanta, aunque ha provocado en el rey una honda preocupación, también ha sido recibida «con gran serenidad». Nada más hacerse pública, en Zarzuela se tocó zafarrancho de combate y se entró en una frenética actividad de reuniones y contactos para diseñar las posibles estrategias de actuación a medio plazo. La situación, con ser alarmante, no era el peor de los escenarios posibles. Según se desprendía del auto, el juez seguía sin encontrar pruebas de la participación activa de la infanta en los tejemanejes de Nóos, y la imputación, basada sobre todo en indicios, tenía más que ver con la presión de la opinión pública. Hay esperanzas incluso de que no se llegue a producir la declaración de la infanta.

La estrategia de la institución pasa por desmarcarse totalmente de Iñaki Urdangarin pero a la vez enfatizar su apoyo a la infanta. En este sentido, se descarta que Cristina vaya a renunciar por el momento a sus derechos dinásticos. Tampoco se valora hacer ningún gesto que denote su exilio de la Casa Real. Recordemos que Zarzuela sí apartó a Iñaki Urdangarin de la vida institucional. Lo hizo antes incluso de su imputación, y por su comportamiento «no ejemplar». Posteriormente le eliminó de su web oficial.

En esta línea de marcar distancias entre la infanta y Urdangarin se encuadra también la elección de Miquel Roca para defender a Cristina. Roca, prestigioso abogado, redactor de la Constitución y respetado ex político, es la cara opuesta de Mario Pascual Vives, el motero mediático, simpático y lenguaraz que defiende a Urdangarin. «El hecho de buscar un defensor propio para la infanta ahonda en el abismo existente entre su posición en el caso Nóos y la de su marido», sugiere la fuente antes indicada.

Quién iba a decirles a Elena y a Cristina que ambas iban a explorar por primera vez terrenos tan escabrosos para una infanta de España. Cuando el 21 de enero de 2012 se inscribía en el Registro Civil de la Familia Real la sentencia de divorcio de Jaime de Marichalar, Elena se convertía en la primera infanta legalmente divorciada de la Casa. Desde entonces, su vida se ha centrado en sus hijos y en su trabajo en Mapfre. También, como ayer mismo hizo con El legado de la Casa de Alba, le gusta ir a exposiciones y llevar «una vida lo más normal posible». Desde su divorcio, Froilán es quien le ha dado más quebraderos de cabeza, aunque fuentes de su centro educativo confirman a LOC que «este año está estudiando más». «Cuando sus amigos del colegio le preguntan por todo lo que sale en la prensa, él esquiva el tema. ¡Dice que no se lleva bien con su abuelo!». Su hermana Victoria, que este año cursa estudios en Reino Unido, se unirá a Froilán el próximo curso. Ya está reservada su plaza para el año que viene.

Elena ha saboreado la soledad que implica quebrar la idílica imagen en la que estaba instalada la Familia Real. En su día, los reyes no entendieron su decisión de divorciarse, sobre todo la reina Sofía. Por eso ahora ha redoblado los esfuerzos para apoyar a su hermana, a la que cada día le van faltando más puntales. El rey quiere mucho a Cristina y la está apoyando en lo que puede, pero desde el punto de vista personal no comparte su tozudez a la hora de apoyar a Urdangarin. Considera que permanecer públicamente junto a Iñaki ha empeorado enormemente las cosas para ella y sobre todo para la Corona. La máxima prioridad del príncipe, por su parte, es sortear la difícil situación en que está la Corona y asegurar su futuro como rey.

Pero la última alianza que se ha roto en la familia es la que hasta ahora mantenían la reina y su hija mediana. Hasta hace poco, Doña Sofía creía totalmente en la inocencia de su yerno, hasta el punto de jugarse su imagen posando con el matrimonio en su casa de Washington. Pero las cosas han cambiado mucho, de nuevo por la varita mágica de Diego Torres. Tras salir a la luz los correos que demostraban la amistad y el compadreo permanente de Urdangarin con la princesa Corinna, la amiga entrañable del rey, la reina decidió romper su relación con Iñaki. Se sintió traicionada, y no solo por Iñaki. También le ha dolido que su hija haya secundado a su marido en dicha relación, a sabiendas de que la amistad del rey y Corinna era el principal motivo de sufrimiento para su madre.

Así las cosas, y a la espera de que se pronuncie la Audiencia de Palma, Cristina ya ha hecho historia al ser la primera infanta imputada en una causa judicial. Ella seguramente hubiera preferido quedarse con el otro hito de su biografía: ser el primer miembro de la Familia Real en pisar las aulas de la Universidad. Pero eso era cuando no sabía lo que le escondía la vida.
C. FONT / A. TORRES / C. VILLAR

JUAN VALENTÍN.
La presunta renuncia de la infanta Cristina a sus derechos al trono sería un gesto con gran contenido simbólico pero de escasa trascendencia dinástica, teniendo en cuenta que ocupa la séptima posición en el orden sucesorio. La gran pregunta es: ¿Quién la reemplazaría? Según afirma el genealogista José Luis Sampedro, «sería su hijo primogénito, Juan Valentín, quien pasaría a ocupar el lugar de su madre, ya que la renuncia de doña Cristina sería válida para sí, pero no para sus descendientes». Una afirmación polémica ya que retrotrae a la renuncia que en su día hizo el infante don Jaime, hermano mayor de don Juan y que apartó de la sucesión a su primogénito, el duque de Cádiz, Alfonso de Borbón, en favor de don Juan Carlos, provocando un agrio enfrentamiento entre primos. Sampedro puntualiza: «La renuncia de don Jaime se hizo cuando sus hijos, Alfonso y Gonzalo, no habían nacido, por tanto vinieron al mundo sin esos derechos. No así los hijos de doña Cristina». De esta forma, según el genealogista, la sucesión a la Corona de España, a falta de ley que la desarrolle, quedaría de la siguiente manera: Don Felipe y sus dos hijas, las infantas Leonor y Sofía; doña Elena y sus dos hijos, Froilán y Victoria Federica, y los cuatro hijos de la infanta Cristina, Juan Valentín, Pablo Nicolás, Miguel e Irene. / Consuelo Font



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