jueves, 23 de mayo de 2013

La opinión de los españoles


Los votantes del PSOE desconfían más de Rubalcaba que los del PP de Rajoy.


SALA VIP
Los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) indican que los españoles estamos enfrentados unos a otros. No nos fijamos en razonamientos, ni en cómo se desarrollan las cosas, sino en la presión y el control social con el que actuamos y en la ideología que tenemos. La última encuesta del CIS –abril de 2013– nos revela esto mismo. Hay que distinguir, según el citado baremo, entre ser católico y ser practicante; ser católico, imbuido de los valores y principios que históricamente ha formulado el catolicismo, y ser practicante, que lo expresamos con el hecho de ir a la iglesia con cierta frecuencia. La mayoría de la gente se siente católica, el 70,9%.

Las variaciones están entre la máxima, que asciende al 81,2 por ciento, en los pueblos pequeños, y la mínima, con el 58,3%, en los municipios grandes. Ahora bien, una cosa son los valores religiosos que informan nuestra vida y otra cosa muy distinta es la práctica religiosa. Respecto a esta segunda, los españoles no son muy proclives a esta práctica. Tan solo el 13,6% cumple con las obligaciones de ir a misa casi todos los domingos y festivos.

La mayoría no cumple. Hay, no obstante, dos excepciones, los municipios con menos de 2.000 habitantes y los municipios con más de un millón. En los pueblos pequeños se mezclan las creencias con las razones sociales, y en los pueblos grandes predominan las creencias. En los pueblos pequeños 1os que se sienten con esta obligación casi duplica la media y, en cambio, este porcentaje va descendiendo a medida que los pueblos son más grandes y, por tanto, hay menos control social. Pero, se da otra excepción, y son los pueblos que tienen más de un millón habitantes: los que asisten a la iglesia semanalmente ascienden al 22,3%.

En este caso, no se puede decir que se deba al control social, sino a algo más profundo. Algunos dicen que son los emigrantes, pero otros lo atribuimos a las creencias y a la fe católica. También hay diferencias entre los votantes del PP y del PSOE. Mientras los primeros dicen sentirse católicos en el 88,9% de los casos, los segundos, en el 71,8%. También hay diferencias en la frecuencia con que van a la iglesia. Los primeros, en el 21,7% , y los segundos, en el 9%.

El segundo comentario se refiere a la gestión del Gobierno. Hay una clara diferencia entre los votantes del PP y los del PSOE. Mientras los primeros dicen que la gestión es muy buena o buena en el 19,5%, tan sólo afirman lo mismo el 1,3% de los votantes del PSOE. No puede ser que haya tanta diferencia en evaluar la gestión, a no ser que unos y otros estén imbuidos por la ideología. Pero unos y otros afirman que es mala o muy mala la gestión, en el 32%, los primeros, y en el 86,5%, los segundos. También aquí aparece la ideología, aunque en un caso y en otro se apela a una solución exterior que implique a un tercero, pero no a ellos mismos.

La tercera cuestión que facilita la encuesta del CIS, es la apreciación que se tiene del presidente del Gobierno y del jefe de la oposición. La cuestión se expresa en términos de mucha o bastante confianza. Los votantes del PP manifiestan que Mariano Rajoy les inspira mucha o bastante confianza, en el 36,9% y los del PSOE dicen lo mismo, en un exiguo 2,4%. Las cosas cambian al valorar al jefe de la oposición; los que votaron al PP le dan una puntuación del 2,7% y los que lo hicieron por el PSOE 24,2%. La diferencia es muy grande para atribuirlo a la buena o mala gestión. Si bien, unos y otros manifiestan poca o ninguna confianza en ambos líderes, sin embargo es mucho mayor la desconfían que sienten los votantes del PSOE por Rubalcaba, que los votantes del PP por Mariano Rajoy. Los votantes del PP manifiestan un descontento por su líder del 60,6% y los votantes del PSOE, lo hacen por su líder en un 74,7%.
De todo ello resulta la importancia que tiene la ideología y la irracionalidad. La ideología, pues si se trata de uno o de otro, así es la opinión. No se intenta valorar lo que hacen, sino si es de los nuestros, o forma parte de los contrarios. Si es de los nuestros nuestra opinión será favorable, en cambio, si es de los contrarios nuestra opinión será muy distinta. Lo mismo pasa con la gestión; no se trata de si lo que hacen es bueno o malo para el país. La irracionalidad campa en todos los juicios. Si es de los nuestros hay una tendencia a valorarlo positivamente, pero si es del contrario, el juicio no es idéntico. La irracionalidad llega a su culmen si los gestores cambian de perspectiva.

El hecho es juzgar no lo que hacen sino quién lo hace. Mientras no cambiemos las cosas y aprendamos a juzgar no por la persona que la hace sino cómo lo hace, no tendremos un juicio ajustado. Todo será distinto, si la mayoría de nosotros remamos en la misma dirección.

*Benjamín García Sanz es catedrático de Sociología Rural. 


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