Los votantes del PSOE desconfían más de Rubalcaba que los del PP de
Rajoy.
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Los últimos datos del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) indican que los españoles estamos enfrentados unos a otros.
No nos fijamos en razonamientos, ni en cómo se desarrollan las cosas, sino en
la presión y el control social con el que actuamos y en la ideología que
tenemos. La última encuesta del CIS –abril de 2013– nos revela esto mismo. Hay
que distinguir, según el citado baremo, entre ser católico y ser practicante;
ser católico, imbuido de los valores y principios que históricamente ha formulado
el catolicismo, y ser practicante, que lo expresamos con el hecho de ir a la
iglesia con cierta frecuencia. La mayoría de la gente se siente católica, el
70,9%.
Las variaciones están entre la máxima, que asciende al
81,2 por ciento, en los pueblos pequeños, y la mínima, con el 58,3%, en los
municipios grandes. Ahora bien, una cosa son los valores religiosos que
informan nuestra vida y otra cosa muy distinta es la práctica religiosa.
Respecto a esta segunda, los españoles no son muy proclives a esta práctica.
Tan solo el 13,6% cumple con las obligaciones de ir a misa casi todos los
domingos y festivos.
La mayoría no cumple. Hay, no obstante, dos
excepciones, los municipios con menos de 2.000 habitantes y los municipios con
más de un millón. En los pueblos pequeños se mezclan las creencias con las
razones sociales, y en los pueblos grandes predominan las creencias. En los
pueblos pequeños 1os que se sienten con esta obligación casi duplica la media
y, en cambio, este porcentaje va descendiendo a medida que los pueblos son más
grandes y, por tanto, hay menos control social. Pero, se da otra excepción, y
son los pueblos que tienen más de un millón habitantes: los que asisten a la
iglesia semanalmente ascienden al 22,3%.
En este caso, no se puede decir que se deba al control
social, sino a algo más profundo. Algunos dicen que son los emigrantes, pero
otros lo atribuimos a las creencias y a la fe católica. También hay diferencias
entre los votantes del PP y del PSOE. Mientras los primeros dicen sentirse
católicos en el 88,9% de los casos, los segundos, en el 71,8%. También hay
diferencias en la frecuencia con que van a la iglesia. Los primeros, en el
21,7% , y los segundos, en el 9%.
El segundo comentario se refiere a la gestión del
Gobierno. Hay una clara diferencia entre los votantes del PP y los del PSOE.
Mientras los primeros dicen que la gestión es muy buena o buena en el 19,5%,
tan sólo afirman lo mismo el 1,3% de los votantes del PSOE. No puede ser que
haya tanta diferencia en evaluar la gestión, a no ser que unos y otros estén
imbuidos por la ideología. Pero unos y otros afirman que es mala o muy mala la
gestión, en el 32%, los primeros, y en el 86,5%, los segundos. También aquí
aparece la ideología, aunque en un caso y en otro se apela a una solución exterior
que implique a un tercero, pero no a ellos mismos.
La tercera cuestión que facilita la encuesta del CIS,
es la apreciación que se tiene del presidente del Gobierno y del jefe de la
oposición. La cuestión se expresa en términos de mucha o bastante confianza.
Los votantes del PP manifiestan que Mariano Rajoy les inspira mucha o bastante
confianza, en el 36,9% y los del PSOE dicen lo mismo, en un exiguo 2,4%. Las
cosas cambian al valorar al jefe de la oposición; los que votaron al PP le dan
una puntuación del 2,7% y los que lo hicieron por el PSOE 24,2%. La diferencia
es muy grande para atribuirlo a la buena o mala gestión. Si bien, unos y otros
manifiestan poca o ninguna confianza en ambos líderes, sin embargo es mucho
mayor la desconfían que sienten los votantes del PSOE por Rubalcaba, que los
votantes del PP por Mariano Rajoy. Los votantes del PP manifiestan un
descontento por su líder del 60,6% y los votantes del PSOE, lo hacen por su
líder en un 74,7%.
De todo ello resulta la importancia que tiene la ideología
y la irracionalidad. La ideología, pues si se trata de uno o de otro, así es la
opinión. No se intenta valorar lo que hacen, sino si es de los nuestros, o
forma parte de los contrarios. Si es de los nuestros nuestra opinión será
favorable, en cambio, si es de los contrarios nuestra opinión será muy
distinta. Lo mismo pasa con la gestión; no se trata de si lo que hacen es bueno
o malo para el país. La irracionalidad campa en todos los juicios. Si es de los
nuestros hay una tendencia a valorarlo positivamente, pero si es del contrario,
el juicio no es idéntico. La irracionalidad llega a su culmen si los gestores
cambian de perspectiva.
El hecho es juzgar no lo que hacen sino quién lo hace.
Mientras no cambiemos las cosas y aprendamos a juzgar no por la persona que la
hace sino cómo lo hace, no tendremos un juicio ajustado. Todo será distinto, si
la mayoría de nosotros remamos en la misma dirección.
*Benjamín García Sanz es catedrático de
Sociología Rural.
Enlace articulo original: http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/opinion-los-espanoles-20130522
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