La empresa habla de
“normalidad”, evita poner luz sobre sus problemas financieros y no ofrece los
datos que le exige la CNMV
María Fernández / Cristina Delgado Madrid
Instalaciones de PESCANOVA en la central de Vigo
(Pontevedra) / Lalo R. Villar (EL PAÍS)
El presidente
de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, caminó este jueves sobre un campo de
cactus en el que probablemente fue el consejo más bronco de su carrera. Pero
ocho horas y media de reunión no bastaron para que la pesquera que cotiza en
bolsa (y cuyas acciones siguen congeladas) ofreciese una explicación oficial
más o menos coherente de la razón que le ha llevado a presentar concurso de
acreedores o cómo es que su
pasivo real (que supera, según fuentes empresariales, los 2.500
millones) no cuadra con el oficial (de unos 1.500 millones). Al filo de las
once de la noche comunicaba a la Comisión
Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que el consejo “acordó por
unanimidad ratificar la línea de reestructuración de su política financiera”.
La compañía aseguró, en un comunicado breve y confuso
que “entre otros asuntos”, se informó al órgano de gobierno de “la normalidad
que la empresa mantiene tanto en sus centros fabriles nacionales como en sus
operaciones pesqueras y de acuicultura en el extranjero”. La realidad es bien
distinta en el mercado. Agitada por movimientos especulativos, atenazada por la
suspensión de cotización dictada desde la CNMV, la compañía analizó, puertas
adentro, la renegociación de la deuda guiada por un informe de BDO, la auditora
que ha dado el visto bueno a las cuentas sin salvedades desde 2002.
La posible venta de la división de
salmón en Chile a un grupo noruego se puso sobre la mesa como una de las vías
para tapar la hemorragia. Pero el punto caliente del orden del día estaba en la
posible revocación del presidente. Una parte del consejo cree necesario un
periodo de transición para poner orden en la compañía recomponiendo su
estructura. Los díscolos, encabezados por José Carceller en representación de
Damm, pidieron muchas explicaciones al primer ejecutivo, que ha controlado el
grupo con mano de hierro. Pero su sucesión plantea muchos problemas en un grupo
con un centenar de sociedades en cinco continentes. De Sousa seguirá aferrado
al cargo bajo la promesa de despejar las incógnitas. El ministro de
Agricultura, Miguel Arias Cañete, dijo estar “preocupado” y la Xunta de Galicia
se muestra dispuesta a apoyar tanto “institucional como económicamente” a
Pescanova, aunque espera conocer primero sus necesidades reales.
Enlace articulo original: http://economia.elpais.com/economia/2013/03/14/actualidad/1363289878_276300.html
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