En el centro, la madre del fallecido Carlos Parra. |
Conchitina
- Los conductores confirman que
iba haciendo 'eses' y por el carril contrario
- En diez minutos, afirma uno,
cometió al menos tres infracciones
- El médico que lo atendió en un
primer momento no sintió olor a alcohol
Chema
Rodríguez | Sevilla
Adelantamientos
indebidos ignorando líneas continuas y hasta en un paso de peatones,
acercamientos peligrosos al vehículo que le precedía, invasión del carril
contrario... La noche del 28 de mayo de 2011 José Ortega Cano era un
"peligro" al volante, según han declarado varios testigos que
coincidieron con el diestro en la carretera poco antes del fatal accidente que
le costó la vida a Carlos Parra y por el que se sienta en el
banquillo acusado de homicidio imprudente y dos delitos contra la seguridad
vial.
Los
conductores que han prestado esta mañana declaración ante la juez de lo Penal
número 6 han contado cómo la "extraña" conducción de Ortega Cano
les llevó incluso a alertar a los servicios de emergencia, al entender que su
comportamiento podía suponer un "riesgo" para quien se cruzara en su
camino.
Uno de los
testigos, Francisco José Rodríguez, ha relatado cómo el Mercedes R320
del torero le adelantó a él y a otro coche minutos antes de que ocurriese el
accidente y a escasos metros de una curva cerrada, en un tramo con doble
línea continua en la carretera de Burguillos a Castilblanco.
La curva, ha
añadido, era peligrosa y no tenía visibilidad, por lo que el doble
adelantamiento que observó fue "un peligro". No sólo eso, sino que
después de la maniobra, Ortega Cano aceleró. Lo siguiente que vio fue el Seat
Altea destrozado y a Carlos Parra muerto. El todoterreno del acusado podía
circular, según sus cálculos, a 140 ó 150 kilómetros por hora.
El conductor
que circulaba detrás del fallecido, Rafael Vileya, ha confirmado que el torero
conducía a una velocidad excesiva. "Iba bastante ligero", ha
señalado al tiempo que añadía que a Carlos Parra "no le dio tiempo a
reaccionar". Vileya presenció el impacto entre los dos coches, que fue
"muy fuerte, tremendo".
Pero las
maniobras "peligrosas" habían empezado algo antes, cuando el diestro
aún no había llegado a Burguillos. Otro testigo, Álvaro Romero, ha contado cómo
el coche de Ortega Cano circulaba justo detrás del suyo y en un momento dado
empezó a acercarse y alejarse peligrosamente. "No había
justificación alguna, la distancia de seguridad está para algo y no se
respetó", ha añadido.
Al menos
durante un kilómetro y medio, ha dicho, el torero "venía haciendo
cosas raras". Luego, ya dentro del casco urbano, el todoterreno del
diestro les adelantó sobre un paso de peatones y superando una línea continua.
"Llegué
a pensar que era una broma", ha contado este testigo, que no perdió de
vista al torero desde que coincidieron en la carretera de Villaverde a
Burguillos y hasta que el torero estacionó junto al hotel La Alquería. En ese
trayecto, él y su novia, que le acompañaba y que fue quien avisó al 112, vieron
asimismo cómo el torero circulaba, tras adelantarles, por el carril
contrario durante unos 500 metros, hasta que maniobró para volver a su
carril esquivando una isleta con la que, de otro modo, habría chocado.
Cuando para
junto al hotel, Ortega Cano, según lo relatado por este testigo, se inclina como
si se encontrase mal y cuando, tras girar, lo vuelve a ver, había dejado el
coche con las luces encendidas.
En apenas
diez minutos, ha resumido este joven, vio a Ortega Cano cometer al menos tres
infracciones graves de tráfico.
Sin síntomas de embriaguez
Por su
parte, el médico de Castilblanco de los Arroyos que atendió en un primer
momento al torero ha manifestado que no "sintió" olor a alcohol
cuando se acercó al coche de Ortega Cano y le auxilió.
El doctor
Francisco Javier Valseca ha explicado que sus esfuerzos se centraron en salvar
la vida del diestro, "que se moría", al tiempo que ha respaldado
el parte de otro facultativo que certificó que el habla del acusado era
"coherente".
La Guardia Civil
En la
segunda sesión de juicio por el accidente también han prestado declaración los
dos guardias civiles que realizaron el primer atestado, que han
ratificado el buen estado en el que se encontraba la vía y su correcta
señalización y han coincidido en que el torero debió cometer alguna infracción
antes del siniestro.
Cuando
llegaron, han afirmado, los bomberos estaban intentando rescatar a Ortega Cano,
que había quedado atrapado en su todoterreno, un labor que les llevó
aproximadamente una hora. El velocímetro del Seat Altea del fallecido
marcaba, según pudieron comprobar, 60 kilómetros por hora.
Aunque ellos
no se acercaron a Ortega Cano, sí hablaron con el médico que atendió al
torero, quien les contó que no presentaba síntomas de encontrarse bajo los
efectos del alcohol, lo mismo que señalaron los otros médicos que atendieron al
acusado.
Enlace articulo original: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/03/13/andalucia_sevilla/1363172402.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario