lunes, 11 de marzo de 2013

Los ministros de Rajoy, en la hora más difícil


MARIANO CALLEJA / MADRID
 ABC

La depresión se curó con una inyección de adrenalina, y ésta surgió del Debate sobre el estado de la Nación. Fue un punto de inflexión en este primer año y medio de legislatura, marcado por los recortes, las reformas, la angustia del paro y la crisis política e institucional.
Los 185 diputados del Grupo Popular volvieron de Navidad cabizbajos, como el resto del partido: los resultados no llegaban, la tensión en la calle aumentaba y, para colmo, les estallaba entre las manos el caso Bárcenas. El 20 de febrero era el Día D, el discurso de Mariano Rajoy en el debate más esperado en el Congreso, justo cuando se encontraba en el momento más difícil de toda la legislatura y la oposición pedía ya su dimisión.
Pero el presidente del Gobierno «resucitó» en la Carrera de San Jerónimo, con un discurso cargado de medidas de activación económica y contra la corrupción. A los diputados del PP les cambió la cara en apenas hora y media y renovaron su confianza no solo en Rajoy, sino también en la «cabeza» que había coordinado el debate, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Lo malo, como comentaba al día siguiente un diputado del PP, es que cuando se levantaron por la mañana «el dinosaurio seguía ahí». El debate había sido un éxito, pero el caso Bárcenas, lejos de solucionarse, se enredaba cada día un poco más y amenazaba con contaminar no solo al partido, sino también al Gobierno. Algo que en Moncloa han tratado de evitar a toda costa, marcando bien el ámbito en que debe responderse y actuar sobre este caso: la sede de Génova.
Programa y deber
Casi un año y medio después de las elecciones generales del 20 de noviembre que llevaron al PP al poder, el Gobierno ha sufrido un desgaste sin precedentes, motivado por las duras medidas de ajuste que se tomaron el año pasado y el incumplimiento del programa electoral. «No he cumplido el programa, pero he cumplido con mi deber», subrayó Rajoy en el debate.
En el barómetro de enero del CIS, el PP lograba una estimación de voto del 35 por ciento, frente al 44,6 por ciento que consiguió en las urnas en 2011. El PSOE, según el CIS, estaría en un 30,2 por ciento en estimación de voto. En todo caso, la mayoría absoluta del PP estaría en el aire.
En el Palacio de la Moncloa son plenamente conscientes de ese desgaste: contaban con él. Pero de la misma manera esperan que los hogares empiecen a percibir los resultados positivos de las reformas en la segunda mitad de este año. Confían en una recuperación que dé credibilidad a sus medidas y les devuelva el crédito perdido entre su propio electorado. Este viernes, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, explicó que el Gobierno quiere «intensificar las reformas comprometidas para acelerar la senda de la recuperación» y que haya una mejoría en el tercer o cuarto trimestre.
«Explosión» en la calle
Mientras llega, o no, la anhelada recuperación y los resultados prometidos de la reforma laboral, en el Grupo Popular del Congreso temen la «explosión» de la calle y recuerdan que en 2014 son las elecciones europeas, donde puede producirse un voto de castigo severo a los grandes partidos. 
El desgaste del Gobierno ha afectado a unos ministros más que a otros, y en las filas populares ya circulan rumores sobre los que están más «tocados». En esa quiniela aparece en los primeros lugares el ministro de Educación José Ignacio Wert, del que se destaca que tiene razón en el fondo de su reforma educativa, pero no en las formas empleadas. También la ministra de Sanidad, Ana Mato, aparece «quemada» por las informaciones sobre la investigación del caso Gürtel, según las fuentes consultadas.

Soraya Sáenz de Santamaría

El Gobierno de Mariano Rajoy tiene un motor turbo que se llama Soraya Sáenz de Santamaría. Coordina la acción del Ejecutivo, su impulso político, el ritmo de las reformas y la respuesta ante cualquier problema. Todo pasa por ella. «Tiene todo el país sobre sus espaldas», resumen en el Congreso, con una mezcla de admiración y precaución por la enorme responsabilidad que acumula. Su capacidad de trabajo y respuesta política se vio en una sola tarde, nada más acabar el Debate sobre el estado de la Nación. Puso a trabajar a todo su equipo durante horas para que, al día siguiente, a las diez de la mañana estuviera listo un Decreto Ley con 50 medidas anticrisis. En el Debate, Santamaría salió reforzada dentro del Gobierno y entre sus compañeros de filas.

Alberto Ruiz-Gallardón

Gallardón no deja de sorprender a propios y extraños con los debates y polémicas que abre. La última fue en el Congreso, cuando aceptó estudiar la legalización del cannabis. La reforma del Poder Judicial y la ley de Tasas le han creado muchas enemistades, y aún le espera la reforma de ley del Aborto, aún en borrador. En el PP hay división de opiniones sobre él: se reconoce su cintura, pero a algunos les sorprende «su poca potencia política».

José Manuel García-Margallo

Margallo es uno de los ministros más sólidos en el Gobierno de Rajoy. Pese a su carácter «invasivo» (en los Consejos de Ministros le gusta intervenir en todo tipo de debates y sobre cualquier asunto), tiene el máximo respeto entre sus colegas y en el Grupo Popular. Guarda una confianza máxima y recíproca con Mariano Rajoy que viene de atrás. Su ley de Acción Exterior ha evitado el choque frontral con los nacionalistas.

Pedro Morenés

Morenés ha sido el ministro revelación para los diputados del PP. En la cena de Navidad de «El Balconcillo», como coloquialmente la han bautizado en el Grupo Popular, le premiaron por ser el que más y mejor les escucha. «El resto de ministros no nos escucha», se quejan en la bancada del PP. Es el ministro menos conocido (el 63,1 por ciento no sabe quién es), y tiene a su favor la falta de ansiedad por salir a todas horas en los medios.

Jorge Fernández Díaz

Ahora mismo es uno de los eslabones políticos más débiles del Gobierno de Rajoy. La gestión sobre la excarcelación del terrorista Bolinaga no gustó a muchos en las filas del PP. También se le reprocha las desavenencias internas en su Departamento, que no ha solucionado del todo y que sigue sin controlar, así como las polémicas gratuitas que ha provocado, y que en ocasiones han dado oxígeno a la oposición. Es el segundo ministro menos conocido.

Cristóbal Montoro

El dato del déficit público de 2012 (6,7 por ciento, frente al 8,9 de 2011) avalan su gestión, pero la sobreexposición ante la opinión pública no le ha favorecido. Como ministro de Administraciones Públicas, su otra rama, tiene el reto de aprobar y aplicar la reforma local, que puede enemistarle con concejales de toda España, incluidos los del PP. Si Rajoy optara más adelante por un vicepresidente económico, pocos apuestan por él.

José Manuel Soria

Otro ministro «sólido» es Soria, quien tuvo una de las herencias más envenenadas, por la reforma pendiente en el sector energético. Ha logrado frenar el déficit tarifario, tras plantar cara a los «lobbies» del sector. Su gestión también ha sido positiva en el sector de la automoción, gracias a los planes de ayuda PIVE, que han amortiguado el hundimiento de las ventas. Otro punto positivo en su área ha sido el turismo, que ha seguido creciendo.

Ana Pastor

Pastor está en uno de los Ministerios más importantes y ambiciosos... pero sin dinero. La ministra de Fomento es de la máxima confianza de Rajoy desde hace muchos años, siempre estará en su equipo, y prácticamente todos coinciden, entre los populares, en que está haciendo una buena labor, dentro de sus posibilidades económicas. Muy trabajadora y eficiente y absolutamente leal con su jefe de filas, es una de las fijas en el Gobierno.

José Ignacio Wert

Si se pide una quiniela en el Congreso de los Diputados sobre una posible crisis de Gobierno, uno de los nombres que suele aparecer es el del ministro de Educación y Cultura, inteligente y culto, pero demasiado alejado de la Política con mayúsculas, tan necesaria en estos tiempos de crisis e incertidumbres. «Hacen falta personas competentes (y Wert lo es), pero que sean políticos, para convencer y no solo para vencer», dicen en el PP.

Fátima Báñez

A Fátima Báñez, trabajadora infatigable y amiga personal de Soraya Sáenz de Santamaría, le ha tocado el Ministerio más demoledor, al menos en esta primera parte de la legislatura. En el PP se sostiene que su reforma laboral era la necesaria (y forzosa), aunque se duda del momento en que se aprobó. Su valoración sigue dependiendo de los resultados que consiga en empleo. Cuenta con la plena confianza de Rajoy.

Arias Cañete

Arias Cañete es el ministro mejor valorado de todo el Gobierno, con un 3,34, dentro de un contexto de valoraciones bajas. El titular de Agricultura y Medio Ambiente, sin desgaste, tiene un acusado perfil político, lo que le permite «torear» bien asuntos espinosos y centrarse en dos o tres problemas que maneja a la perfección. Su futuro podría pasar por la Comisión Europea, y mientras tanto es uno de los «fijos» en la bancada azul del Gobierno.

Ana Mato

«Está sentenciada», comenta una parte del Grupo Popular, mientras otro sector sostiene: «Ana va a aguantar». Sea como fuere, desde el punto de vista político la ministra de Sanidad atraviesa un momento de debilidad, por las informaciones sobre el caso Gürtel en las que aparece su nombre una y otra vez. Mato recibió el apoyo expreso de Rajoy, pero, como dicen fuentes populares, «la vida no es justa y ha tenido mala suerte».

Luis de Guindos

De Luis de Guindos se reconoce su solvencia en Economía, pero tiene un déficit: no es político. Un punto que en el Congreso tienen muy en cuenta a la hora de valorarle, porque en plena crisis económica las medidas son importantes, pero su explicación a los ciudadanos y el discurso que se utilice, también. La reestructuración bancaria, su tarea principal, está sin acabar. En cambio, su mayor éxito es haber evitado el rescate de España.

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno

«No he cumplido mis promesas electorales, pero he cumplido con mi deber». El presidente del Gobierno resumió así, en una sola frase, su balance del primer año de legislatura, en el Debate sobre el estado de la Nación. Rajoy cree que «más pronto que tarde», en la segunda mitad de este año, empezarán a notarse los resultados de los ajustes y recortes que se han aprobado desde que llegó al poder.
El jefe del Ejecutivo cuenta con la máxima confianza en su grupo parlamentario, y mantiene también el apoyo mayoritario en todas las encuestas, pero la valoración de su gestión dependerá de los efectos que tengan las medidas que ha tomado hasta ahora. Mientras tanto, Rajoy mantiene fijo el rumbo reformista emprendido para salir de la crisis.

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