El ex
consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid se rebela contra el
orden político reclamando reformas en profundidad. Lo hace con un libro que no
dejará a nadie indiferente.
“Pisando charcos”,
publicado por la editorial La esfera de los libros, es el título de la polémica
obra con la que Percival
Manglano, ex consejero de
Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, se destapa. Pide
una reforma integral del sistema nacido del consenso de la Transición. Un
esfuerzo notable y más teniendo en cuenta que el autor hace este llamamiento
desde el interior de un partido, el Popular, que no ha abandonado. De lo que ya
no vive es de la política. No es ni consejero, ni diputado ni concejal. Eso le
confiere una libertad
que otros no tienen.
·
¿Cómo terminaste en la política teniendo un oficio?Mi historia es poco
habitual. En el año 98 terminé un máster en economía y relaciones
internacionales, tenía 25 años y me fui a vivir a Indonesia, en plena
crisis financiera del sureste asiático. Por culpa de esa crisis había tenido
que dimitir el dictador Suharto. Dimitió en mayo, yo llegué en julio. Fui con
un billete de ida a vivir allí. Curiosamente el bicho de la política me
picó en Indonesia. Era como llegar a España en enero del 76. Había una
transición a la democracia, nadie sabía si iba a ir bien o iba a ir mal, pero
había mucha actividad política, mucha ilusión por cambiar las cosas, mucha
gente joven metiéndose con ideas nuevas para cambiar el país. Yo lo vi como
espectador, y me dije: “no quiero ser espectador, quiero ser actor”.
En el año 2000 volví a España, me afilié al PP
y empecé a escribir papeles, artículos, discursos… En 2003 empecé a trabajar en
FAES, después en el Congreso de los Diputados, Comunidad de Madrid… así es como
entré.
¿Ideológicamente cómo te defines?Claramente en el
espectro liberal. El liberalismo en la famosa escala de cero a diez no
cabe. Se dice “si el cero es la extrema izquierda y el diez la extrema derecha,
¿usted dónde se sitúa?”. Un liberal no se puede identificar en esa escala
porque está hecha a medida de los partidos tradicionales conservadores y
socialistas. El liberalismo es otra escala.
¿Ser liberal le obliga a uno a pisar
charcos?Yo entiendo la política como la voluntad de reformar. Uno de los
problemas de la política española hoy por hoy es que se ha convertido en la
pura administración del Estado, en vez de la reforma de esa administración y,
sobre todo, de la representación de los ciudadanos. Esto ha llevado a que la
política y los partidos se burocraticen, a que la política se entienda
como un escalafón en el que vas subiendo, y como un plan para toda la vida casi
como si fueses un funcionario.
La política no es eso. La política tiene que ser, por
un lado, la voluntad de representar a los ciudadanos con unas reglas de juego
que, hoy por hoy, no existen en España por culpa de las listas cerradas; y por
otro lado, la voluntad de reformar y de cambiar como funcionan las cosas
para mejorar la vida diaria de los ciudadanos.
¿Cuáles son las tres reformas que más
urgen en España ahora mismo?La primera, y en eso está basado el
libro, es la reforma de los incentivos de los políticos. Las reglas de
juego en la política española están mal diseñadas en cuanto a que llevan a que
el político sea leal y responsable hacia otros políticos, en vez de serlo ante
los ciudadanos, ante los votantes. La base de este incentivo mal planteado son
las listas cerradas y bloqueadas. Desde el momento en el que un político para
progresar lo que tiene que hacer es la pelota, ser sumiso y, básicamente, hacer
todo lo que cree que va a gustar a su cúpula en vez de lo que cree que va a
ayudar a representar a sus ciudadanos, el incentivo está mal puesto. Por
lo tanto, creo que la reforma más urgente es cambiar las listas cerradas,
introducir listas abiertas pero, sobre todo, distritos uninominales. Que el
votante sepa a quién vota, a quién le tiene que pedir explicaciones y
que el político sepa a quién se debe en el momento de ejercer su labor. La
responsabilidad siempre es personal. La responsabilidad en un ente abstracto
como un partido político no existe.
Añadiría también la necesidad de introducir primarias,
de introducir financiación estrictamente privada en los partidos
políticos y, en general, separar los partidos del Estado. A través de la
financiación pública los partidos están siendo responsables son responsables
hacia sus cúpulas en vez de serlo hacia sus bases, hacia sus militantes. Un
secretario general de un partido debería preocuparse de ir por las sedes
pidiendo cuotas, pidiendo dinero a sus afiliados.
La tercera reforma es cambiar los incentivos de los
empleados públicos, que son tres millones, la práctica mayoría de ellos tienen
trabajo asegurado de por vida. La mitad lo son por oposición, la otra mitad no,
pero, en la práctica casi todos tienen el trabajo asegurado de por vida. Esto
tendría que cambiar. Los empleados públicos deberían poder ser despedidos.
¿Estas reformas las puede hacer el PP o
necesitamos otro partido?Yo soy del Partido Popular, yo llevo trece años dentro
del Partido Popular, he trabajado en administraciones del Partido Popular y veo
que su capacidad para reformar existe. En la Comunidad de Madrid se han
hecho grandes reformas que van muy en la línea de lo que creo que se tiene que
hacer hoy por hoy en España. En algunas he tenido la suerte de participar yo.
Por ejemplo, la ley de libertad de horarios comerciales en Madrid se aprobó
hace escasamente un año y es una ley pionera, valiente y va en la línea de lo
que creo que se tiene que hacer en España.
El PP si que tiene esa capacidad para liderar estas
reformas. Cuántas más voces dentro del PP digan que creemos adecuado ir
por esa línea más posibilidades habrá de que ocurra.
¿Vivimos un fin de ciclo histórico?En gran medida el
sistema de los partidos políticos tal y como se concibió en la Transición se
está agotando. Puede ser que en su momento tuviese sentido que las reglas
llevasen a partidos políticos fuertes con una disciplina que hacía de los
diputados delegados de los partidos. Pero España ha evolucionado desde
entonces. Las soluciones a los problemas de 2013 no son necesariamente las
de 1977. Los partidos tienen que evolucionar, la sociedad española ha
evolucionado desde el año 77. Los españoles demandan cosas que no demandaban
entonces. Y, claramente, algo que tiene que evolucionar, es la vida interna de
los partidos.
¿Existe riesgo de argentinización en
España?Define argentinización.
Inflación, populismo, emigración,
depauperización general y autarquíaCreo que no, a fecha de hoy España no
está en ese proceso. Si Argentina tiene los problemas que tiene ahora no ha
sido una cuestión de cinco o diez años, sino que vienen de largo. Vienen del peronismo,
de los años treinta-cuarenta. España ha evolucionado muy positivamente en los
últimos 30-35 años. La crisis actual está planteando reformas que se tienen que
hacer para seguir evolucionando de manera positiva, pero no creo que
España vaya a salir del euro, ni que vayamos a involucionar hacia una economía
autárquica y aislada del mundo. En cierta medida es por nuestra pertenencia a
la Unión Europea, que ha sido muy positiva para España pese a algunos problemas
que pueda haber generado. Nos hace compararnos con países con una historia y
tradición democrática mayor que la nuestra y nos hace exigirnos más en ese
sentido.
Eso no quita para que haya reformas muy urgentes que
se tengan que hacer en España.
¿Hay espacio hoy en España para una
política liberal?Creo que sí. Muchas de las personas con las que hablas en el día a día son
liberales sin saberlo. Si hay algo que define el liberalismo es su
desconfianza hacia los políticos y hoy por hoy muchos españoles miran a la
política con desconfianza. El liberalismo lo que plantea es cómo manejar esa
desconfianza, cómo contener a los políticos, al Estado en general para
que hagan el menor daño posible a la sociedad. Son precisamente esas recetas
las que le hacen falta a España hoy.
¿Cómo se contiene a los políticos? Ante todo
haciéndoles responsables ante los ciudadanos. El pacto básico de la democracia
es que el ciudadano paga sus impuestos a cambio de que el político le rinda
cuentas. El problema de la España de hoy es que se han subido los impuestos,
hay una presión fiscal fuerte, pero no ha habido unas reformas que hagan más
responsables y más sumisos ante la opinión pública a los políticos. Dicho
de otra manera. El Gobierno ha pedido sacrificios a la sociedad y no está nada
claro que se hayan hecho reformas a sí mismos. La concentración de poder que
existe en las sedes de los partidos políticos es muy dañina y es lo que está
llevando a que los políticos no rindan cuentas a los ciudadanos.
Lo que debería exigirse, y el liberalismo apunta el
camino a seguir, pisando charcos, pero el camino a seguir, para reformar la
política española es que haya mayor transparencia, mayor rendición de cuentas
de los políticos ante los ciudadanos.
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