MARÍA
CUESTA/ MADRID
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El «boom» del ladrillo distorsionó los segmentos sociales al ofrecer altos
beneficios a cambio de poco esfuerzo
La clase media es un concepto vaporoso. No se sabe muy bien dónde comienza
ni dónde termina, pero su fuerza económica es indiscutible: es el segmento de
población que más influye en la prosperidad de un país. En España, la
crisis ha batido a esta clase media con tanta dureza que ha desconcertado,
incluso, a los investigadores económicos y ha dejado al descubierto
deficiencias de nuestro modelo de crecimiento que los años de bonanza
consiguieron disimular. Porque el «boom» del ladrillo, además de cientos de
miles de viviendas vacías y un exceso de deuda que aún llevará años digerir,
también creó una burbuja social, un espejismo de clase media, que
definitivamente se ha desvanecido.
La teoría dice que las crisis afectan más a las familias con salarios más
bajos. Pero la recesión española ha sido en este sentido la excepción que
confirma la regla. «Como los sueldos en la construcción subieron mucho en los
años anteriores al estallido de la burbuja, los trabajadores de este sector se
habían convertido en la nueva clase media. Esto explica en parte por qué la
crisis en España ha tenido tanto impacto en este segmento», explican Laura
Hospido, investigadora del Servicio de Estudios del Banco de
España, y Stéphane Bonhomme, profesor en el Centro
de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi), autores del primer y único
estudio sobre el aumento de las desigualdades salariales por la crisis en
nuestro país.
Las implicaciones a futuro de una descapitalización así no son menores.El
consumo privado en España -que básicamente está determinado por los
hogares de renta media- generaba hasta ahora el 55% del PIB. Pero
el desgaste social puede ser incluso mayor. «Durante la expansión vimos como la
demanda de trabajadores jóvenes, con bajo nivel educativo y altas tasas de
temporalidad, permitía acortar las diferencias salariales con respecto a
trabajadores más experimentados, más cualificados y con contratos indefinidos.
De hecho, esto animó a muchos jóvenes a abandonar los estudios», relatan
Bonhomme y Hospido.
Y es que hubo un tiempo en España en que estudiar no era rentable. Pero
ahora la factura viene con intereses. Encontrar una ocupación para «lo que
parecía ser una clase media pero que han resultado ser personas con escasa
formación y baja empleabilidad» es un reto mayúsculo, en opinión de Marcel
Jansen, catedrático deHistoria Económica de la Universidad Autónoma
de Madrid e investigador de Fedea. «Estos jóvenes han quedado marcados por
una cicatriz imposible de borrar», afirma. Con un 55,1% de paro entre los
menores de 25 años según la última Encuesta de Población Activa, el estigma de
la crisis amenaza también al colectivo que está llamado a serla clase media
del mañana. «De anteriores crisis sabemos que los jóvenes sufren los efectos
de las crisis con carácter vitalicio. Estar apartados del mercado laboral les
condena a un salario inferior para toda la vida porque cuando la economía se
reactive tendrán que competir con los recién licenciados que siempre son mejor
recibidos en las empresas», continúa Jansen.
Menos renta, menos gasto
Pero el estudio sobre las desigualdades de Hospido y Bonhomme desvela que
es toda la clase media, también aquella que obtiene ingresos ajenos al sector
inmobiliario, la que lleva sobre sus hombros el peso de la recesión. Durante
años, la economía española ha sido muy dependiente de pocos sectores y, además,
cíclicos, muy vulnerables a los periodos de caída económica. O dicho de otro
modo, se pusieron demasiados huevos en pocas cestas. «Ahora la
debilidad del consumo es generalizada y determinante. Nada consigue reactivar
la demanda. Las familias tienen hoy un nivel de renta menor que en 2008 y sus
ajustes, que en un principio afectaron a gastos extraordinarios, como el ocio,
ya se notan incluso en bienes básicos», explica Sara Baliña de
Analistas Financieros Internacionales (Afi).
La moderación
salarial, reclamada a España insistentemente por todos los organismos
internacionales al comienzo de la crisis, ha entrado definitivamente en juego.
Los menores salarios unidos a los mayores impuestos aprobados por el Gobierno
para reducir los niveles de déficit público han reducido los niveles de renta
hasta influir notablemente en los patrones de gasto.
La subida de impuestos ha supuesto un importante mordisco a la renta de los
millones de asalariados españoles. Según los cálculos de los Técnicos del
Ministerio de Hacienda (Gestha), el alza del IRPF puesta en marcha a
comienzos de año ha restado 222 euros de media a la nómina anual. En cuanto
a la subida del IVA, que entró en vigor el pasado mes de septiembre, tendrá un
coste de entre 94,9 y 1.370 euros al año, según una estimación de la Fundación
de Cajas de Ahorros.
Desde el Servicio de Asesoramiento de Consumo y Hogares (SACH) que
elabora Afi se ha detectado un cambio muy relevante en los
patrones de gasto. «Al comienzo de la crisis, comenzaron a ganar terreno
todos aquellos productos de bajo coste. Pero ahora ni si quiera ellos aguantan.
En 2012, las aerolíneas «low cost» han perdido pasajeros, las líneas de teléfonos
móviles han caído también en las llamadas operadoras virtuales, los productos
frescos dejan de consumirse en favor de las conservas y los congelados...»,
relata Baliña.
Menos hogares en España
También ha comenzado a reducirse ya el número de hogares. En el último
trimestre de 2012, había en España 65.800 núcleos familiares menos que en el
trimestre anterior, hasta 17.406.000, según datos del Instituto Nacional de
Estadística. «Esto no sólo se debe a la salida de extranjeros que vuelven a su
país ante las malas perspectivas laborales de España. También estamos viendo un
importante proceso de reagrupamiento familiar ante la falta de recursos». El
papel de los mayores de 65 años resulta clave en este punto. No en
vano es el único colectivo que aumentó sus gastos el año pasado.
Aun sabiendo el importante efecto de red de seguridad que juegan los
jubilados en nuestra crisis, el ajuste de las pensiones no es ajeno a la
polémica. «Hay que priorizar los gastos e invertir más en la generación
que puede generar ingresos en el futuro», explica Jansen. «Es importante
repartir el coste de la crisis de forma justa entre las distintas generaciones.
El futuro está en los jóvenes y pasa inevitablemente por su formación»,
concluye.
Enlace articulo original: http://www.abc.es/economia/20130305/abci-clase-media-crisis-201303041756.html
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