Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como
un verdadero dictamen de Dios.
Imperaban normas estrictas de educación: Nadie se sentaba a la mesa antes
que el padre, nadie hablaba sin
permiso del padre, nadie se levantaba
de la mesa si el padre no se había
levantado antes; por algo era el padre.
La madre fue siempre el eje sentimental de la casa, el padre siempre la
autoridad suprema.
Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser
el padre y se convirtió en papá.
El mero sustantivo era ya una derrota. Padre es una palabra sólida,
rocosa, imponente; papá es un apelativo para oso de felpa o para perro faldero; da demasiada
confianza.
Además, con el uso de papá el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había
ocurrido cuando el papá era el padre.
A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su
presencia, en vez de arrancarle los dientes con una trompada, como hacía
el padre en circunstancias
parecidas.
Los hijos empezaron a llevar amigos a la casa y a organizar bailes y
bebidas, mientras papá y mamá se
desvelaban y comentaban en voz baja: Bueno, por lo menos tranquiliza saber que
están tomándose unos tragos en casa y no en quién sabe dónde.
El papá marcó un
acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba
por completo.
Los hijos empezaron a comer en la sala mirando la tele, mientras papá y mamá lo hacían
solos en la mesa.
Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero una autoridad bastante
maltrecha.
Era, en fin, un tipo querido; lavaba, planchaba, cocinaba y, además, se le
podía pedir un consejo o también dinero prestado.
Y entonces vino papi.
Papi es un invento reciente de los últimos 20 ó 30 años.
Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le
consulta ni se le pregunta nada.
Simplemente se le notifica. Papi, me llevo el coche, dame para gasolina.
Le ordenan que se vaya al cine con mami mientras los hijos están de
"fiesta" en casa. Lo tutean y hasta le indican cómo dirigirse a
ellos: ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Jonathan!
No sé qué seguirá después de papi. Supongo que la esclavitud o el destierro definitivo.
Yo estoy aterrado, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de
mis hijos, mis nietas han empezado a llamarme "pa".
CREO QUE QUIEREN DECIR:
"PA QUÉ COÑO
SIRVES".
Muy interesante! Yo fui hija de Papi, pero mi Papi tenía los dotes de Papá. En ocasiones mis hijos me llaman Ma, pero con una mezcla de los dotes de 'Papi y Papá". He disfrutado mucho este artículo! Gracias Manolo!
ResponderEliminarGracias Mayra, siempre tan amable, yo al ser mas mayor, soy de Papa con dotes de Padre y un gran y ejemplar Padre.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Manuel Murillo.